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Estaba sentada en una pequeña mesa de cemento esperando que dieran las 6 para entrar a clases, acababa de meterme una pastilla para el dolor de estomago que se había instalado en mí desde que desperté, había olvidado por completo responder el correo de la noche anterior y cuando, ahí sentada, lo recordé, la verdad no tenía nada de ganas de responderlo; el día estaba nublado y empezaban a ganarme las ganas de acostarme en la banca y dormirme, y me ganaron, en segundos me acosté y cerré mis ojos, mis audífonos sonaban fuerte y me di la libertad de maldecir internamente a quién fuese el responsable de ese maldito dolor de estomago que tenía.

Las clases fueron bien, bajé trotando las escaleras pasadas las 8 sin dolor de estomago y con una ausencia satánica de sueño, caminé tranquilamente hasta la salida, recordé de nuevo el correo y mientras maquinaba qué responder, ella salió de la puerta de al lado, iba en pijama negro y abrigado, llevaba una carpeta bajo el brazo y sostenía su celular entre la oreja y el brazo.

-Te hablo ahorita, ¿sí? -dijo y de la nada cortó, la miré y me miró- ¡Buenas noches, Arizona!

-Buenas noches -le dije y empezamos a caminar.

-¿Ya no tienes clase?

-La que me quedaba hoy no la tengo, el profesor está incapacitado.

-¿No lo han reemplazado aún? -me miró extrañada y elevé mis hombros.

-Según lo que escuché ya para mañana está listo ese asunto.

Asintió y asentí, seguíamos caminando, de repente se detuvo y me haló del brazo.

-Mira, perdón, no sé si leíste el correo y sé que te dije que no importaba si no respondías pero me estoy quemando por saber de una respuesta y...

-Sí lo leí pero me quedé dormida sin responder, hoy no me levanté con ganas, he pasado mal de mi estomago y justo iba de camino a casa a responder.

-¿Y qué ibas a responder? -se mordió el labio y sonreí.

-No sé, tenía pensado sentarme a leer de nuevo lo escrito y ver qué se me ocurría.

-¿Y si vamos a tomar algo y ahí piensas y luego respondes?

Solo asentí, en realidad no tenía ganas de tomar nada pero mientras caminábamos nos metimos a una cafetería muy linda y terminé pidiendo capuchino y pie de limón, frente a frente a las nueve de la noche un día cualquiera veíamos pasar a los transeúntes por la acera, ella movía y apretaba sus manos y yo la veía.

-¿Ya pensaste? -dijo y la miré.

-Sí, y creo que he decidido responder con preguntas.

-¿Cómo? -estaba seria.

-¿Por qué insistías en salir anoche?

-Porque quería salir contigo -elevó sus hombros.

-¿Por qué?

-¿Por qué no?

-No me respondas con preguntas, Calliope. ¿Por qué querías salir conmigo? -la miré seria y suspiró.

-Me agrada estar contigo.

-Sin embargo tú tienes novio, o sales con alguien, la cosa es que estás en una relación muy hetero.

-¿Y eso qué importa? -susurró.

-Que estamos sentadas frente a frente en un café precioso, tomando capuchino y comiendo tortitas, contigo insistiendo en hacer esto -la apunté y luego a mí- y tú sabes que yo no quiero ser solo tu amiga.

-Sin embargo es lo que ofrezco -diji fuerte, duro y seria.

-¿Ajá? No lo parece -elevé una ceja y tomé de mi café.

-¿Acaso para ti es tan difícil aceptar que no me gustas para una relación?

-¿Y para qué cosa sí te gusto? ¿Para amistad?

-¿Por qué lo dices como si fuera algo descabellado?

-¡Porque lo es! Hace unas semanas me dijiste que irías a una cena en mi casa cuando sabes perfecto que si vas es como mi pareja, tú no me conoces, tú no me quieres de amiga, ¡ya aceptalo!

-¿Para qué quieres escucharme decir algo que no es real?

-Bien -me levanté de la silla- si tú quieres ser mi amiga, vamos a ser amigas, pero eso sí, que quede claro que la que lo eligió fuiste tú -la apunté.

-¿Es una amenaza?

-Es una realidad.

-Hablas como si fuera lo peor del mundo.

-Pues no sé, tal vez sí, tu novio no ha de ser el más espectacular porque estás aquí sentada conmigo y no allá com él.

Me miró seria y la miré, estaba molesta, se veía molesta, agarré dinero y lo dejé sobre la mesa.

-Buenas noches, Calliope.

-No salgas como si hubieras ganado un premio.

-No, un premio no, solo una pelea.

Halé la puerta y salí, la verdad poca certeza tenía de por qué se me había plantado aquella idea tan clara de Calliope, más específicamente, de Calliope siendo mía. Detuve a un taxi y me dirigí hasta la casa, subiendo vi a April con Harriet en brazos y tras besarlas me metí a la habitación, saqué la computadora y redacté:

"De: Arizona Robbins.
Para: Calliope Torres.

A la orilla de este apartado estará mi número de celular, ponme un mensaje, se supone que las amigas comparten sus números telefónicos, fotos en sosten, a veces algunas fotos desnudas, ¡ya sabes! ¡cosas de amigas!"

No esperaba una respuesta inmediata así que cuando mi celular vibró lo vi sin precisa, bueno, al menos hasta que vi que era un mensaje de un número desconocido.

"Desconocido:
¿Qué clase de amigas son las que acostumbras a tener? ¿Sí son amigas o son mujeres que te coges ocasionalmente?"

Me reí y guardé el número.

"Yo:

Depende de quién hablemos, a algunas sí, a otras no, todo depende."

Envié y al minuto respondió.

"Calliope:

¿A ellas también las dejas en las cafeterías a tardes horas de la noche?"

Me reí.

"Yo:

¿A cuáles ellas? ¿Mis amigas o mi follamigas?"

"Calliope:

Las segundas."

"Yo:

No, a ésas normalmente me las llevo o me llevan a un lugar más privado, ya sabes, para ambientar y disfrutar."

"Calliope:

Asumo que yo entro en las primeras."

"Yo:

Asumes mal, a mis amigas no las dejo tiradas."

"Calliope:

¿Entonces en qué grupo estoy?"

"Yo:

Ninguno."






Hola amis,
¿cómo me les fue el 24 y hoy?
Espero que hayan disfrutado mucho, mucho, muuuucho.

He estado súper ocupada con el trabajo así que espero entiendan, aquí les dejo un capítulo más.

Besos,
Polly.♡

"Hola, soy yo" -Calzona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora