Capítulo 14.

1.8K 218 114
                                    

Eran las dos y cuarto a.m. y en el avión casi todas las luces estaban apagadas en completa tranquilidad. La mayoría dormía y por suerte nadie roncaba. El ambiente estaba algo fresco, pero era lo ideal para poder taparse con una cobija, la sensación era tan placentera que el hecho de mirar por la ventana y ver las nubes iluminadas por la luna en compañía de las estrellas era embriagante.

La serenidad en su mente y cuerpo se sentía exquisito. Pero eso se terminó cuando notó en el ala del avión las elegantes letras finas de un tono rosa pastel que decía "sosiego exprés". Inmediatamente en su barriga sintió cosquillas por dentro, en su rostro moreno apareció una pequeña sonrisa que al paso de cada segundo se ensanchaba más de la emoción, a tal punto que la felicidad comenzaba a desbordarse obligándolo a soltar pequeñas risas.

Pasó sus manos por su rostro, frenético, para luego arrastrar su cabello azul hacia atrás como si lo peinara. Trataba de calmarse, no quería parecer un loco ante los presentes. Sin embargo, al mirar de nuevo el nombre de la aerolínea, el cosquilleo interno pasó a estar en el centro de su pecho, aún recuerda la primera vez que le pasó eso, en un principio lo sentía molesto e incómodo, que incluso se daba varios golpes pequeños en el pecho para que pasara tal sensación. Pero ahora no hizo más que suspirar, acomodarse mejor en el asiento y mirar aquellas letras con una leve sonrisa.

-Qué hermoso color-susurró

.

Eran las seis de la mañana, y el aeropuerto estaba igualmente lleno de personas. El desde que entró al avión le tocó estar entre dos ancianas, no le dejaban de molestar, de hablarle, de mostrarles revistas, de darle caramelos, que no tuvo otra opción que fingir que dormía, hasta que en cierto punto en verdad cayó rendido ante el sueño, durmiendo durante todo el viaje. Su padre lo había despertado una vez que la máquina aterrizó, se encontraba detrás de él.

Una vez que tomó su maleta, entró junto con su hermano a una cafetería mientras que su padre se encargaba de estar presente durante la inspección de los equipajes pesados, lo revisaban porque eran cajas grandes y pesadas, además, el hombre quería asegurarse de que no le robaran nada.

Una ves que se sentaron a un lado del ventanal que había, un mesero se les acercó para tomar su orden, él pidió un simple café expreso, en cambio, su hermano pidió un capuchino acompañado de galletas dulces.

-¿Crees que sigan viviendo alado?-le preguntó el mayor para luego dar un mordisco a su galleta.

-No sé ¿Por qué no le preguntas a papá?-respondió.

-Lo hice, pero me dijo que perdió todo contacto con ellos cuando se le cayó el celular al mar.

-Cierto...-quedó cayado mirando su pequeña taza- Y por si eso fuera poco, cuando quiso recuperar su número, no pudo con los contactos también. Qué mierda.

-No importa, si no están, en algún momento nos los vamos a cruzar-le dijo con una sonrisa su hermano.

-¿Bromeas? la ciudad es inmensa.

-No es bueno ser tan negativo, amargas los momentos y no lo puedes disfrutar.

-Y ser positivo, solo es engañarse a si mismos para no ver lo que nos rodea. Enfrentalo.

-Qué raro, hoy estás inusualmente retobado. ¿Sucede algo?-preguntó extrañado.

-No, es solo que... Esto de volver me tomó muy por sorpresa. Y si tal vez la veamos de nuevo, no sé cómo enfrentarla después de lo que sucedió.

-Ya conocemos muy bien a esas personas, son muy buena gente, y esa personita enana también está dentro de esa familia-le habló con una cálida sonrisa.

Nueva Vida. LiteralmenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora