El día era precioso, o mejor dicho, la mañana era preciosa. El sol en el este, la brisa refrescante, el cantar de los pájaros, y lo mejor de todo, es que las personas que se podían ver se contaban con los dedos de una sola mano. Así es, amaba las mañanas, el mundo era increíble y hermoso. El cielo se veía más claro que nunca, en el aire se percibía un aroma a plantas y tierra húmeda, era sutil ya que era ocasionada por el madrugador rocío, pero para su agudo olfato se sentía como si recién comenzaba a llover.
-Esto es sensacional- se dijo con voz calmada a sí mismo mientras cerraba los ojos disfrutando las sensaciones que le daba el ambiente a su alrededor.
Siguió su camino a paso tranquilo, disfrutaría cada segundo de esas horas de paz que tendría. Así es, la vida podría ser encantadora.
Llegando a una esquina paró al ver la luz roja de peatones, delante de él pasaban unos cuantos autos. A su lado, una anciana con un paquete grande entre sus manos.
-Abuela, ¿La ayudo?-preguntó ya dispuesto a tomar el paquete.
-Oh, muchas gracias muchacho, pero no queda cerca al lugar donde voy, y no quiero robarte tiempo.-habló la anciana apartando el paquete que al parecer era un regalo.
-¿Por qué no tomó un taxi?
-Es que.. cuando tomé el regalo para mí nieto en la tienda y salí a la calle, me dí cuenta que no podía agacharme para dejar el paquete en el suelo y pedir uno- la persona mayor rió ante su situación con gracia.
El joven solo sonrió ante la risa de la señora. Sin más, siguió observando los autos que pasaban, pasaron unos veinte segundos hasta que él levantó la mano.
-Entonces la ayudaré con eso-dijo dando una gran sonrisa al frente.
Delante de ellos paró un taxi, el se acercó y abrió la puerta, tomó el paquete y pidió a la mayor que entrara.
-Es un joven muy buen mozo, muchas gracias-agradeció la vieja ya acomodada en el vehículo con el regalo.
-No fue nada-le entregó una última sonrisa.
Cerró la puerta trasera y vió al auto partir.
Los autos ya eran bastantes, lo notó cuando caminó por la senda peatonal observando los numerosos autos parados detrás de la línea pintada en el suelo de la calle.
De a poco el aire fresco cambiaba por uno sofocante debido a que se adentraba más y más a la ciudad.
Hubiera tomado un bus para llegar a su destino, pero la mañana desolada le pareció tan tentadora que no resistió a caminar para disfrutarlo.
Al llegar a la zona costera, pudo observar el mar delante de él, inmenso y onmipotente, capaz de arrasar con todo lo que esté en él.
Algo que llamó bastante su atención era lo impecable que estaba la playa, no había basura, eso era maravilloso, el recordaba que aquel lugar estaba lleno de chatarras, ese lugar se había convertido en el tiradero de la ciudad, pero ahora se alzaba con belleza y su simpleza natural que embriagaba tanto los cinco sentidos del ser humano; el sonido y el aroma del mar, la el viento en el rostro, la arena entre los dedos, y sobre todo, el exquisito sabor de la tranquilidad.
De un momento a otro, las personas comenzaron a llegar una tras otra. Algunos ponían música, otros comenzaban a preparar su comida, habían niños que ya se mtian al agua, jóvenes que jugaban deportes. Sin duda era encantador.
Luego de observar unos minutos más la playa apoyado en el barandal, se hirgió y siguió su camino.
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Nueva Vida. Literalmente
FanfictionEstaba feliz, ese sentimiento que se siente en la vida como simples momentos, y ahora que ya es toda una adulta, con muchos amigos, en una era de paz, y sobretodo, con su amada hija, la felicidad era palpable. . Tristeza, desesperación, desconsuelo...