Capitulo 29

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Habían pasado ya meses desde la última vez que escucho la voz de Marshal, pidiéndole perdón en aquella última conversación en la que ella le recriminó sus actos. No sabía nada de él o por lo menos lo evitaba, a veces sin querer se enteraba de cosas de la gira porque muchas personas estaban hablando de que era su mejor gira dada hasta el momento, incluso María había comentado un par de veces cosas sobre él, pero ella se limitaba a ignorarla o poner malas caras que su amiga entendía perfectamente que decían 《No hables más de él 》 y ella callaba.

Hoy era un día decisivo en su vida, si dios quería su vida comenzaría a cambiar, todo mejoraría y por fin olvidaría a ese grandisimo capuyo que jamás debía de curarse en su camino.

Puso las manos sobre las llaves del coche haciendolo acallar y que dejara de rugir, estaba totalmente nerviosa y posó sus brazos y casi la cara sobre el volante intentando buscar la valentía suficiente para lo que iba a hacer, después de todo lo sucedido, tenía que mejorar su vida, ella lo sabía y por eso estaba hay, frente al club en el que tantas veces había trabajado, donde le conoció, todo estaba cerca de su fin, dejaría el club ese mismo día y se iría a España de nuevo, a seguir su carrera, gracias al trabajo duro de esos meses y a que Marshall también durante tantos meses le había proporcionado tanto dinero por sus bailes e incluso ese sexo intenso por el que cobró.

María estaba dentro y la miraba triste, sabía que la dejaría allí, aunque sabia que ahora estaría su amiga protegida por ya su oficial novio Tom, realmente esa chica era genial y ojalá lograra salir de ahí pronto, aunque no tenía nada de malo, sabía que no era el sueño de esa chica, ni el suyo que era estudia enfermería y seguramente lo haría, ahora no era esa chica ingenua que fue aunque nunca lo fue mucho pero así se sentía y sabía que parte de eso era por su culpa, él mató esa parte de ella por completo y ahora se sentía con más coraje que nunca, ella podía llevar las riendas de su vida.

En el club todo no fue color de rosa, todo eran negativas a que ella se fuese, algo la hacía notar que por alguna extraña razón no la dejaban irse tan fácilmente, pero logró que entendieran que su vida ya no estaba ahí y la necesitaba rehacer lejos de ahí. Ya saliendo abrazo a María y se le escaparon un par de lágrimas, aunque no lo pareciese, ahí estaba dejando parte de su vida, de su pasado y era el sitio donde conoció al único chico que le marcó la vida, miro una vez más hacia atrás viendo aquel sitio y se limpió una pequeña lágrima de su rostro y encaminó hacia su coche, aún tenía mucho que hacer, tenía que recoger todo lo que se tendría que llevar y mandar por mensajería, ya que su vuelo salía en un par de días.

Al llegar a casa se dio una ducha con agua caliente, sabia que la necesitaba relajarse. Unas horas después ya estaba todo listo en su pequeño apartamento, no habían sido tantas cajas como ella realmente creía y no había sido tan agotador como ella pensaba que sería, de pronto noto su timbre de su casa sonar, suponía que sería María, ya que dijo que se pasaría por allí al terminar.

Al abrir la puerta no esperaba lo que vio, más bien a quien vio ahí.

-Hola...- Su corazón pálpito tanto y tan de prisa que pensó que se le saldría del pecho, frente a ella se encontraba Marshall, parte de ella aún sentía de debía rodear sus brazos, llevarlo a la cama y hacerle con pasión todo lo que su imaginación desencadena y hacia brotar, la otra tan solo quería darle un guantazo y mandarlo a la mierda.

Se decidió por la segunda, su mano se alzó y se estampó sobra la mejilla de Marshall, haciendo sonar un fuerte golpe sobre su mejilla.

-Vale...- Dijo quejoso mientras se llevaba su mano hacia el reciente golpe recibido- Esta se que me la merecía _____.

-Te las mereces todas y más, pero vete y no me hagas dar un espectáculo aquí Marshall, no quiero que los vecinos llamen a la policía.- Le mire impasible y el comprendió que sería más difícil de lo que nunca pensó recuperar a esa dulce chica.

-Tenemos que hablar, y yo tampoco quiero números, así que entremos. -Me cogió de la muñeca y me adentro en mi propio piso para dejar el pasillo huérfano de nuevo.

-No tengo nada que hablar contigo y creo que te lo he dejado claro las mil y una veces que me has llamado y te he ignorado, las millones de veces que me has mandado mensajes y no has contestado, ¿No te queda claro que ya todo se ha acabado? - La miro como si le estuviera cayendo el mundo encima.

-Me da igual, si tu no quieres hablar, lo haré yo, obviamente sabes que vengo a pedirte perdón pero además quiero saber ¿ por qué dejas el club? - Se quedó mudo, como sabía eso él, no le había dado tiempo de tan solo tener ese tipo de información tan rápido.

-¿Qué?, ¿ Como sabes que deje el club?

-Mmm soy el dueño, desde hace meses, ese día que viniste llorando porque no te dejarían pasar tanto tiempo conmigo, fui al día siguiente y lo compré, así te tendría siempre para mi, te darían todos los permisos que yo quisiera. - Lo miro atónita, sin saber que tan siquiera decir, flipaba de saber lo que había hecho. - Y como es obvio me han informado de que te ibas, que han intentado retenerte como fuese pero no lo han logrado, no había nadie que te parase.

-No...no lo puedo creer. -Le miro expectante mientras le veía sentar en su sofá.- Bueno ya lo sabes, no me importa que tú sepas nada de mi, lo evitaría pero no puedo evitar que sepas algo que ya sabes así que...SI me he ido del club.

-¿Por qué? - la miro a los ojos con una determinación que no lograba de entender.

-Porque me voy, mi vida aqui es un sin sentido, volver a España es la mejor decisión que puedo tomar, allí está mi familia, mis amigos de la infancia...todo.

-Una mierda, tú no te mueves de aquí, ¿Entiendes ______? - De pronto se levantó y se acercó tanto a ella que podía notar su olor, el calor ardiente de sus mejillas y sin más la beso, un beso que al principio ella negó pero a los segundos acabo cediendo, incluso aumentando de intensidad, mezclando sus salivas, paso sus manos por la cadera y luego por su culo, levantandola en peso y la llevo hasta su habitación, donde sabía que la haría suya de nuevo, con ansias y desesperación.

Al recostarla sobre la cama ella volvió en si, el deseo que les había llevado hasta la cama, desapareció.

-No, Marshall, no quiero hacerlo. - La miro, observo en sus ojos todo el dolor que en ella había provocando desde que la conoció y sin más se alejó, sabía que era un idiota que no merecía a esa chica.

Miro al techo aún con la excitación recorriendo su cuerpo y lagrimeo por primera vez en mucho tiempo, entendio que todo estaba perdido, que esa chica jamás volvería a ser suya de esa forma.

-No te merezco, soy un puto animal que no ha sabido cuidar lo único bueno que había realmente en su vida, de ti. Perdoname _______ , se que eres la chica de mis sueños, lo veo cuando te miro pero tengo muchos problemas. -La chica se sentó sobre la cama y lo miro ahí, totalmente derruido, llorando en su cama ya sin sábanas, ya que estaban guardadas. - te he perdido por imbecil, me he esforzado como un gran imbecil en perderte creo yo, porque no he parado de cagarla, espero que me puedas perdonar algún día, porque realmente te quiero.

La chica quedó muda, una parte de ella lo odiaba y no creía nada de lo que estaba diciendo pero la otra sabia que era totalmente real, que era un necio y estupido que la amaba pero tenía problemas.

-Amame una vez más, una última vez Marshall. - Logro a decir con voz queda, el levanto la mirada y noto que ella también tenía lágrimas sobresaltada en su rostro.

La beso con pasión, con un frenesí que jamás había sentido, tenía que hacerla suya una última vez, pasara lo que pasara, en ese momento quizás el última, seria suya, así simple pero imprescindible para él, como siempre fue ella.

Nos vamos acercando al final, aunque aun falta un poco

The stripper 2 | Eminem y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora