Capitulo 30

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Recorde recostada en mi cama mi último día en Estados Unidos, no era la primera vez que lo hacía, siempre era un recuerdo recurrente en mi mente cuando más sola me sentía.

Mire a mi alrededor y deje la cinta aislante en la encimera de mi pequeña pero acogedora cocina, al dar la vuelta me encontré con un pequeño apartamento semivacio en el que solo quedaban los muebles del casero, pero ni rastro de mis pocos pero bonitos libros en la estantería, de los marcos de fotos que había por las paredes, incluso recordé tonta un momento en el que en uno de esos marcos hubo una foto de Marshall y mía pero deseche pronto el recuerdo, todos los que me venían a la cabeza al ver ese sitio vacío, porque ya no seria más mi sitio, me iba para siempre.

Puse la última caja encima de unas cuantas más que se amontonaban al lado del sofá, donde María mañana las llevaría al mensajero, menos mal que tenía esta chica aquí, es de los únicas personas que me llevaría de mi experiencia Estadounidense. La gente que piensa que Estados unidos es el sitio de las oportunidades, lo es pero tiene su precio y a veces no compensa, y más si te enamoras perdidamente de un chalado famoso que te dice que quiere que seas su novia pero te pone los cuernos. En fin, hora de superarlo, de irme a España, a mi hogar de nuevo y dejar de ser "la stripper".

María me llevo con su amado novio al aeropuerto, no se separaban ni un segundo, se que ese chico le haría mucho bien. Recuerdo que durante el viaje en coche hacía allí, se me cayeron un par de lágrimas, era lógico, dejaba un sueño y muchas esperanzas allí, todo lo que me hizo llegar allí, mis ilusiones, pero trage el nudo de mi garganta tanto como pude aunque notaba la bola aún ahí alojada, pero sabía que podía, en todo este tiempo lo que siempre me demostré era que era una tía con dos ovarios bien puestos, o eso creía...porque sino no estaría huyendo ¿huyendo? ¿eso era lo que hacía? No me quise preguntar más tonterías y miré por la ventana intentando dejar de pensar.

Al llegar al aeropuerto la despedida con María fue más dura de lo que creía.

-¿Estas segura de que te quieres ir _____? Aún estás a tiempo de quedarte. -Sus lágrimas aunque se las limpiaba rápido para que no me diese cuenta, eran evidentes.

-Estoy segura, y siempre tendrás casa en España, amiga.- Intente animar con una sonrisa el ambiente pero era devastador, esa pequeña chiquilla se había vuelto una gran amiga mía y mi gran apoyo en esa última fase de mi vida allí, de aquel pequeño infierno por el que me hizo pasar el innombrable.

-Te quiero mucho vale y lo siento.- Me quedé extrañada y la miré raro, ¿Por qué ha dicho lo siento?

Por un momento pensé que lo decía porque Marshall la había llamado y estaba esperando en cualquier esquina para hacer su aparición triunfar, pedir de rodillas en medio de un aeropuerto que le perdonase y que me amaba...pero no paso, demasiadas pelis americanas me había comido yo para creer eso.

¿Donde estaba mi yo de siempre? el que no creía en el amor, ni esas tonterías joder.

La despedida no se demoró mucho más y entendí que el lo siento que me dijo María fue porque las cosas no me hubieran salido bien allí.

-Te quiero ______.- me grito ya María desde lejos cuando me vio poner mis equipaje en la cinta.

-Y yo, y dile al rubio pollo de Tom que te cuide o se la cortó.- su carcajada  fue notable, todo el que me escuchó volteó a ver la barbaridad que acababa de decir para desaprobar mi actitud o reírse cómplice de entender mi actitud protectora ante mi amiga y su novio presente enrojecio por segundos.

Ya sentada en un rincón de una cafetería del aeropuerto donde me habían clavado 4 euros por un café late que realmente no estaba ni bueno, me sonó el teléfono, un número que no tenía pero seguramente sería el del novio de María para decir cualquier cosa de última hora.

The stripper 2 | Eminem y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora