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Jeongin desde que tiene memoria fue un amante de los animales, recuerda muy bien a cada una de las mascotas que ha tenido, entre ellas dos loros, dos conejos, un perro y dos gatos, que por cosas del destino o por simple tiempo natural, hoy ya no l...

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Jeongin desde que tiene memoria fue un amante de los animales, recuerda muy bien a cada una de las mascotas que ha tenido, entre ellas dos loros, dos conejos, un perro y dos gatos, que por cosas del destino o por simple tiempo natural, hoy ya no lo acompañaban.

Al terminar la secundaria ya tenía claro que quería estudiar para ser veterinario, sus padres siempre lo apoyaron y le rentaron un departamento que se encontraba cerca de la universidad, exactamente a unos diez minutos caminando.
Jeongin se podía considerar afortunado, tenía un hogar, unos padres que lo apoyaban, y una vida académica impecable, terminando por graduarse como uno de los mejores entre sus compañeros.

El menor vivía por y para los animales, había abierto una veterinaria junto al amigo que había hecho en la universidad, Seungmin, a quien lo consideraba como un hermano.

Ambos la pasaban muy bien juntos, el ambiente laboral era agradable, varias personas se habían convertido en clientes habituales, y llevaban a sus mascotas sin falta al menos una vez al mes para revisarlos y ver que todo esté en orden. Tenía otros los cuales solía verlos a domicilio, como era el caso de Nieve, un hermoso caballo blanco a quien visitaba cada dos o tres meses, ya que era imposible que entre en la pequeña veterinaria. O Luci, una cerdita que una vez pasó los cuarenta kilos, se le hizo imposible al dueño llevarla en su bicicleta, por lo que Jeongin le hacía el favor de ir a verla hasta su casa, todo esto sin hacer un recargo extra.

Todos conocían al peliazul por el gran amor que éste poseia hacía los animales, por la encantadora sonrisa con la que te recibía al cruzar la puerta de la veterinaria, y por la dedicación con la que atendía a sus pacientes.

Kkami un día apareció fuera de la veterinaria, estaba lastimada, a lo que Seungmin enseguida la cargo en brazos para entrarla y examinarla mejor. Al principio el pequeño perrito se mostró arisco y desconfiado ante el tacto del rubio, lo que hizo que Seungmin suspirara y pensara en todo lo que tendría que haber pasado ese perrito para que ahora reaccione así ante el mínimo contacto. Jeongin se acercó a ayudarlo al ver que éste se mostraba reacio ante Seungmin.

Al principio empezó por acercarse poco a poco, hasta que éste dejo de gruñir y empezó a olfatear su mano. Una vez que parecia aceptar el tacto del peliazul, éste se acercó acariciando suavemente su cabecita, dejando dulces caricias sobre el maltratado pelo de Kkami. Prosiguieron con alimentarlo para posteriormente colocarle un suero, ya que se lo veía bastante deshidratado y desnutrido.

No sabían hace cuanto vagaba por las calles, pero ambos veterinarios dedujeron que hace bastante debido al estado del perrito, y se alegraban de haberlo encontrado fuera de la veterinaria, ya que tenía una patita muy malherida.

Ambos llegaron a la conclusión que Kkami había sido víctima de un accidente, logrando que su patita trasera derecha se dislocara de su cadera y se quiebre el fémur. Quien le habría hecho eso definitivamente no había parado al impactar contra el animal, algo que le revolvió las tripas a Seungmin y le hizo hervir la sangre a Jeongin. Viendo la herida externa, el accidente no habría ocurrido hace mucho, por lo que ambos tenían muchas esperanzas de que se pudiera recuperar y quedar con mínimas secuelas, incluso, ninguna. Sería una recuperación lenta y agotadora, pero todo valdría la pena si al final Kkami volvía a correr sobre sus cuatro patas como un alegre cachorro.

Haven | Chanin PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora