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La mañana se hizo presente y con ella los primeros rayos del sol que se abrían paso entre las cortinas de la habitación, logrando que Jeongin empiece a arrugar levemente su ceño a medida que abandonaba el país de los sueños

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La mañana se hizo presente y con ella los primeros rayos del sol que se abrían paso entre las cortinas de la habitación, logrando que Jeongin empiece a arrugar levemente su ceño a medida que abandonaba el país de los sueños. El peliazul talló un poco sus ojitos con ambas manos, intentando terminar de despertar y acostumbrar su visión a la fría mañana, giró en el lugar dándole la espalda a la fuente de luz que había logrado interrumpir su sueño, para chocar con el fornido pecho desnudo de Chan frente a él, en donde la nivea piel del castaño relucia bajo los tenues colores dorados de la mañana.
La punta de los dedos de Jeongin picaban por la ansiedad de volver a pasar sus manos por aquel torso. Se quedó en silencio observando el tranquilo rostro de quién estaba frente a él, recordando fragmentos del lío que fueron la noche anterior, del cual solo las cuatro paredes de su cuarto fueron testigos, se mordió el labio inferior ante el recuerdo mientras continuaba recorriendo el rostro de Chan quién descansaba plácidamente a su lado, deteniéndose en los suaves y rellenos belfos del mayor, los cuales se encontraban algo entreabiertos haciendo audible la suave y relajada respiración de Bang. Jeongin podría acostumbrarse a despertar así cada día, rodeado por aquella fragancia masculina que tantos suspiros le robaba.

Una media sonrisa se formó en su rostro al ver cómo Chan comenzaba a arrugar sus cejas, siendo la segunda víctima de la fuerte luz de la mañana que lograba colar por la ventana.

—¿Buenos días?—susurró Chan aún algo dormitado.

—Buenos dias~.—canturreó el menor mientras se acercaba más al mayor, para luego ser rodeado por los fuertes brazos de éste.

—¿Todas las mañanas es así?

—Así...¿cómo?

—¿Siempre entra tanta claridad por esas cortinas?

Yang se detuvo a pensar lo que el mayor decía, frunciendo un poco su entrecejo.

—Mhmm, supongo, siempre uso las mismas cortinas en la habitación.

—La primera compra que haré hoy serán unas cortinas negras, o mejor aún, unas que no permitan que la luz del sol entre cada mañana.

—¿Y quién te dió permiso para redecorar mi cuarto? ¿Acaso piensas quedarte seguido?—Jeongin se mantuvo serio hasta que vió como el rubor invadia el pálido rostro ahora avergonzado de Chan, haciendo que largara una sonora carcajada.

—Yaah~, eres muy cruel.

—¡Hey! Tú eres muy tonto y no te lo ando diciendo.

—Jeong...

—Esta bien~, puedes comprar esas cortinas y quedarte las veces que quieras—Jeongin observó como el reloj de su cómoda marcaba las siete de la mañana—pero yo debo ir a trabajar de igual forma. No todos tenemos la cuenta del banco llena de billetes, por lo mismo, fortachón, es momento de que muevas tu trasero de esta cama y empecemos de una vez el día.

Haven | Chanin PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora