Jeongin, dueño de una veterinaria y un refugio de animales casi en quiebra, se ve obligado a asistir a una cita a ciegas por parte de uno de sus mejores amigos, Hyunjin.
Pareja principal: Chanin
Pareja secundaria: Hyunmin
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Seis meses habían pasado, la relación de nuestros personajes principales avanzaba bien, al igual que su amor incrementaba día tras día al punto de creer que quizás si era posible morirse de amor, y lo confirmaban cada vez que se perdían en los ojos contrarios. Ya no sabían lo que era dormir una noche sin la compañía del otro, amaban el dormir juntos y hundirse en la compañía y aroma ajeno, eran lo último que veían al cerrar los ojos y lo primero que veían al despertar, amor no faltaba en su pequeño nidito de amor; a veces en el gran departamento de Christopher y otras en el pequeño pero acogedor de Yang. Y por si se lo preguntaban, si, Chan había cumplido con su promesa de comprar unas cortinas mucho más oscuras, ahora sí podían descansar plácidamente sin que la claridad del día les apunte directo en la cara, aunque Bang debía admitir que extrañaba despertar y encontrarse con la pequeña carita de su Innie y sus salvajes rizos siendo alumbrados por los primeros rayos de la mañana. Si, Christopher estaba perdidamente enamorado de Yang, y Yang lo estaba de aquel molesto y a veces por demás empalagoso castaño, de su cara de malhumorado cada vez que llegaba del trabajo, y cómo éste se relajaba una vez que Jeongin comenzaba a dejar suaves besitos por su rostro y masajeaba con suavidad y paciencia la ancha espalda de su novio, quien se destensaba con sus toques y suaves caricias.
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Yang llegaba a la veterinaria, al ingresar se encontró con Seungmin allí y, como de costumbre, Hyunjin haciéndole compañía, ya incluso Jeongin le había dicho en una ocasión que debería de haber estudiado veterinaria así, ya que siempre se encontraba allí, al menos podría dar una mano. Jeongin siendo Jeongin, en escasas palabras.
—Buenos días, tortolitos.
—Buenos días, Innie—dijeron ambos al unisono, la pequeña cintura de Seung atrapada entre los brazos de Hwang, quien se negaba a soltarlo mientras dejaba pequeños besos en su mejilla.
—Hyun, ya es hora de que te vayas a la universidad—Seungmin intentaba hacer entrar en razón a su novio, claro que no estaba funcionando ya que cada vez que le recordaba que debía irse, éste ajustaba aún más su agarre, negando como un niño pequeño mientras un pequeño mohin aparecía en sus labios.
—No quiero ir hoy~.
—Tu nunca quieres ir—bufaba el rubio.
—Pero solo te queda un año para graduarte, no dejaremos que pierdas el año cuando te aguantamos llorar durante tanto tiempo la última vez que creíste que perderias el cuatrimestre—interrumpió el peliazul mientras tomaba asiento a un lado de la parejita.
