Capítulo 10: El termostato

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Miré fijamente la puerta del aula, ya había comenzado la clase, podía escuchar a Romina haciendo preguntas estupidas o incluso a Helen diciéndoles a sus inseparables amigas lo delicioso que se veía el señor Allen ese día, la verdad es que todos los días se veía delicioso— pensé— tenía que entrar a clase, pero sabía que me reprendería por haber llegado ya casi 10 minutos tarde.

Tome una bocanada de aire y abrí la puerta, todas las miradas se dirigieron a mi, incluida la del señor Allen que dejo de explicar gracias a mi interrupción, sorpresivamente aún no me llamaba la atención por la hora.

-¿Puedo entrar?— pregunté en un tono de voz bajo—

-Tome asiento señorita Owen— dijo y acto seguido regreso su mirada a la clase—

No me reprendió, ni siquiera me miró molesto, a decir verdad me tranquilizo el hecho de que siguió con total normalidad la clase, pues mas tarde nos reuniríamos y no quería que todo fuera incomodo. La clase fluyó como normalmente lo hace, entre preguntas estupidas de las chicas por llamar la atención del profesor y la voz melodiosa del señor Allen explicando el tema, en el cual es un experto, todo me quedó absolutamente claro.

-Bueno jóvenes, eso es todo por la clase de hoy, estudien para que no interrumpan la clase cada cinco minutos— miró a Rommina y esta se ruborizó— nos veremos mañana

Todos salieron de apoco del aula, hasta que solamente quedamos el y yo. Recogí mis cosas y posicione la mochila en mi hombro. Lo miré esperando alguna reacción, pero seguía borrando la pizarra, después de todo creo que si se había molestado por mi interrupción. Baje las escaleras y caminé hasta posicionarme detrás de el.

-Lamento mucho mi llegada tarde señor Allen, es que verá en el pasillo un idiota— no me dejó terminar—

Me tomó con ambas manos de la cintura y dirigió mi cuerpo hacia la pared, que hizo un ruido seco al impactar con ella, me sorprendí tanto que deje caer la mochila y en un impulso mis manos se fueron a las suyas tratando de liberarme, cuando lo notó, una de sus manos tomo las mías y las posicionó por encima de mi cabeza, sus ojos se oscurecieron y su mirada se podía sentir en mí como miles de estalactitas recorriendo mi espalda. Estaba asustada.

-No me gusta que me hagan esperar— iba a decir algo pero me calló— y mucho menos que quieran provocarme en medio de una clase

Mis ojos se abrieron asombrados, ¿Qué yo hice que?

-No me mires así, sabes perfectamente a que me refiero— su mano en mi cintura se fue a mis piernas y con la yema de sus dedos acarició la piel por debajo de mi falda— tienes unas piernas hermosas

Deslizó su cabeza por mi cuello y sus labios entraron en contacto con mi piel que se erizó al sentir la calidez de su boca, su mano en mis piernas subió lentamente y casi me atrevo a regañarlo por eso, me tapó los labios antes de poder decir cualquier cosa.

-¿Sabes cuántas veces he mirado tu cuello y me he quedado con mas ganas de besarlo?— acto seguido volvió a besar mi cuello, más intenso—

De pronto sus manos liberaron a las mías y dejaron mi boca para posicionarse en mis caderas, me pegó aún más a la pared y el se pegó a mi, podía sentir el palpitar de su corazón que estaba tranquilo a comparación del mío que parecía querer salir de mi pecho, lo sentí reír en mi cuello —con que te parece gracioso tenerme así— mi pierna envolvió su cadera y lo pegó aún más— si es que era posible— a mi cuerpo, sentí su respiración entrecortarse y levanto su rostro para mirarme, parecía curioso.

-No sabes la invitación tan dulce que acabas de hacerme — me sonrojé—

Las palabras no salían de mi boca, por más que lo intentaba, de pronto esas palabras se convirtieron en un grito mudo de exaltación, la mano de Nicholas estaba acariciando mi ropa interior, apenas unos roces.

-Me gusta que estes chorreando y ni siquiera te he tocado realmente, me pregunto a que sabrás,— escuchar sus palabras hacían que mi corazón se acelerara aún más y un zumbido abrumara mis oídos— me gustaría averiguarlo

-Nicholas yo

-Llámame señor Allen, las formalidades ¿Recuerdas?— me miró fijamente—

-Señor Allen, yo no sé si esto este bien, se supone que veríamos clase usted y yo

-Tiene toda la razón señorita Owen— sus manos liberaron a mi cuerpo por completo que había estado sumergido en una burbuja de excitación a la que ni yo misma tenía idea de que podía llegar— empezamos de una vez la clase, que ya vamos tarde y no me gustaría que llegue tarde a casa

-Pero — corté en un segundo mis palabras, el había hecho exactamente lo que le había dicho, pero no quería que hiciera— esta bien

Su expresión era entre seria y divertida, al dar clase parecía tan serio, realmente explicaba como ningún otro, pero mis expresiones debían de divertirle mucho pues por más que intentaba poner atención no lo conseguía, mis piernas se sentían húmedas y realmente no sabía si era por el sudor, ya que la tarde estaba muy calurosa ese día o si eran todos mis fluidos causados por aquel momento tan candente hace unos minutos. Mi corazón latía tan rápidamente que aún podía escucharlo en mi cabeza.

-¿Qué le parece tan gracioso?— pregunté al fin—

-Nada, estamos hablando de funciones señorita Owen, o es que usted no esta poniendo atención a mi explicación— preguntó curioso— veo que constantemente esta abanicandose, ¿tiene calor?

-Un poco a decir verdad, es que esta ardiendo aquí dentro

-¿En serio?— extendió su cuerpo hacia atrás y vió el termostato— pues el termostato marca que estamos a 20 grados aquí dentro, ni siquiera yo con mi saco siento calor

-Debe ser el susto

-¿El susto?— arqueó sus cejas, estaba realmente divirtiéndose con aquella situación— ¿Yo la asusto señorita Owen?

Dos podían jugar ese juego, y yo estaba perfectamente dispuesta a jugar.

Dos podían jugar ese juego, y yo estaba perfectamente dispuesta a jugar

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