Prólogo

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Finales del 2000:

—Ay mijita, nos quedó tan chévere los arreglos con las velitas y los farolitos—dijo Juliá de Pinzón a su hija Beatríz, mejor conocida en su barrio y por sus amigos como Betty,la fea. Que a pesar de su notorio cambio de imagen y de autoestima, seguía teniendo la misma esencia de siempre.

—Si mamá, como todo lo que usted hace—respondió Betty mientras rodeaba con sus brazos a su madre y admiraban el camino de velitas y las decoraciones puestas afuera de su casa, por la puerta de la casa apareció Don Hermes Pinzón con su característico andar y un sobrero bohemio.

—Ya puse una joya del Tango que tenía guardadita para una ocasión como esta—dijo Don Hermes abrazando a su esposa e hija—no se por que, pero presiento que estás serán unas navidades buenísimas en esta casa.

—Ay mijo...¿no me diga que por fin le pagaron su liquidación?—pregunto Doña Julia esperanzada, don Hermes negó con la cabeza.—¿Vienen las hermanas Pinzón?

—Aún no confirman asistencia a la fiesta, pero es probable—dijo Don Hermes emocionado, Doña Julia y Betty se miraron de manera cómplice esperanzadas de que eso no ocurriera, ya que conociendo a las hermanas Pinzón y a Don Hermes sería una cadena nacional toda la noche.

—Papá…¿Y Armando?—pregunto Betty al no ver a su pareja que había llegado hace un rato y había entrado con su padre a charlar mientras bebían un whisky y le mostraba por décima vez su mosaico.

—Esta allá en la salita distraído con los álbumes de fotos mija, le mostraba lo cachetona que se veía de bebé—dijo Don Hermes con nostalgia, A Betty no pude evitar sentirse apenada que Armando viera esas fotos.

—Ay Hermes…¿Que va decir el doctor?—dijo Doña Julia poniendo los ojos en blanco por las ocurrencias de su esposo.

—Que tuvieron a una belleza de hija, es lo que puedo decir doña Julia—Dijo saliendo Don Armando de la casa ofreciéndole un vaso de whisky a su suegro.

—Exactamente, doctor. Brindemos por eso—dijo Don Hermes chocando su vaso con el de Armando.

Armando no podía evitar ver a este trío sin sonreír, afuera compartiendo tan bonita tradición como es el día de las velitas y suspiro al ver la ternura que reflejaba el rostro de la más joven de las Pinzón.

—Deberíamos ir pasando para dentro—dijo don Hermes mientras terminaba de encender algunas velas—Julia, tengo hambre vaya sirviendo la cena.

—Espere que termine de estar la comida, Hermes. Doctor, ahí tiene unas velitas para que pida sus deseos—dijo doña Julia sonriéndole Armando—Hermes, ayúdeme con unas cosas adentro…

—¿Y yo por qué?—pregunto obstinado Don Hermes, doña Julia lo jaló adentro de mala forma dejando a Betty y Armando a solas iluminados por las velitas.

—Jamás pensé pasar un día como este con usted…supuse que está no seria su tipo de celebración—dijo Betty nerviosa por su presencia, a pesar de todo Armando seguía moviéndole los cimientos de su mundo, quien a pesar de los errores que había cometido en el pasado, la vida le había dado una segunda oportunidad para estar  junto a él haciendo un buen trabajo no solo en Ecomoda, que se encontraba en proceso de recuperación, si no también en recuperar la confianza de él amor que sentían ambos.

Por fin todo estaba en paz y al rumbo que debía marchar.

—Todo lo contrario Betty, es una de mis fechas preferidas—dijo Armando tomando una vela de una pequeña cesta junto a la puerta y encendiéndola.

—Puede agarrar más velas doctor, mire que es lo que sobra—comento Betty al ver que no tomaban ninguna otra, Armando negó con la cabeza—¿No tiene más deseos?

—No,solo deseo una cosa en el mundo—dijo Armando acercándose a Betty y pegando su frente con la de ella—estar juntitos los dos siempre, mi amor.

—¿De verdad?—dijo Betty que se le aguaron los ojos—Creí que pediría una Adrianita Arboleda así muy linda para que esté debajo del árbol en navidad.

—Ni por un millón de Adrianas la cambiaría a usted, Betty. No sabe cuánto la amo—dijo Armando antes de besarla en la boca suavemente. Betty no cabía en la felicidad que sentía de que estuviera ahí, un hecho totalmente realidad frente a ella, sin espejismos ni alucinaciones.

—Ejem…ejem…ejem…—escucharon detrás de ellos, Don Hermes Pinzón los miraba molesto mientras se separaban de su beso—Señoritos, debo recordarles que está en una casa decente….

—¡AY NO HERMES,NO SEA CANSO Y METASE!—grito doña Julia dentro de la casa jalando a Don Hermes, Betty y Armando se echaron a reír.

Todo parecer ir a su rumbo…por los momentos.

Se Dice de Mí...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora