Capítulo 6. Construyendo mi instinto de supervivencia
Dejé que Sasha pensara que estaba envuelto en el mundo de las drogas. Después de todo, era una excelente excusa para irme sin recibir objeciones. Sin embargo, Sasha no quería eso. Me ofreció su ayuda a cambio de que me quedara. Me negué, por supuesto, incluso cuando me sentía bastante conmovido de enterarme lo mucho que ella se preocupaba por mí.
No tuve otra que despedirme de mi chatarra amarrilla que llamaba auto; no tenía suficiente dinero para su completa reparación y aunque lo tuviera no podía esperar hasta que estuviera como nuevo. Después de mi encuentro con Flynn, tomé un autobús a Pensilvania al mediodía de aquel mismo domingo.
Recosté la cabeza contra la ventana volviendo a repasar mi muy vago plan. Llegar a casa y tratar de convencer a mi madre de tomar un viaje de «vacaciones» conmigo, diciéndole que estaba libre de la universidad por aquella semana; tenía suficiente dinero para llevarla a cualquier lugar que ella quisiese y mantenernos un tiempo. La finalidad era resguardarnos en la carretera lo más prolongado posible. Posteriormente buscaría la forma de contactar con David. Si Flynn tenía algo de razón, esa tarea no sería difícil de lograr.
El plan era precario. Pero lo único que importaba en ese momento era tener a mi madre a salvo. Ya luego improvisaría cómo protegernos del aprieto en el que estaba.
Suspiré mientras dejaba que los minutos pasaran, preguntándome si alguien me estaría siguiendo en ese momento.
Saqué entonces la fotografía que David me había dejado la noche anterior en su cama... Detallé la mesa gris en la que ambos personajes estaban sentados; aprecié el fondo y no obtuve más información que una pared pintada de gris; y luego admiré otra vez a los protagonistas de la fotografía: mi padre con su bata blanca, con su corto cabello oscuro como el mío peinado de una manera demasiado formal, tan joven que no parecía mayor de veinticinco años cuando debería tener cerca de los cuarentas en el momento que la foto fue tomada. Sus ojos azules como el hielo, penetrantes e intimidatorios incluso cuando sonreía con verdadera felicidad. Mi padre era bien parecido, y mi madre siempre me recordaba lo mucho que me parecía a él. De mi madre sólo heredé sus ojos avellanas.
Después dediqué mi atención al niño.
¿Cómo alguien podía verse tan... desahuciado y aún poder sonreír? Su cuerpo se veía pálido, frágil. Y su expresión se veía tan cansada, tan poco inocente... Una expresión que dolía ver en un niño de esa edad. ¿Qué le habrán hecho ver o sentir para que terminara así? Era como si sus fuerzas estuvieran siendo drenadas poco a poco de él. Era en definitiva muy diferente a aquel David con el que pocas veces he compartido. Ese era un David más fuerte en todos los sentidos. Y, afortunadamente, un David más vigoroso. No obstante, no cabía duda que ese niño era él. Su cabello se veía más rubio de lo que es ahora, pero sus ojos claros —los cuales aún no podía detallar con claridad de qué color eran—, su mandíbula cuadrada, sus finos labios y sus rasgos que parecían darle a su talante una seriedad sempiterna eran las características que se quedaron con él mientras crecía.
Tal vez él no viera a mi padre como el malo de la película, y yo me esforzaba para compartir la misma perspectiva, pero se me era difícil comprender como hacerle ese daño a un niño como David era justificable.
«David y su primera comida», era lo que decía en la parte de atrás del papel. Y sólo me quedó suponer que la manzana mordida —probablemente por mi padre— era el verdadero objetivo de la foto. Usando mi imaginación llegué a la conclusión que esa manzana fue creada por David y su mente. Y hasta ese momento me dije que ya no había lugar para impresionarme. «La magia existe», pensé justo cuando el autobús llegaba a mi parada.
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El proyecto Berwick
Ciencia FicciónBen se ve envuelto más que voluntariamente en un mundo donde no debería estar. Al descubrir que una organización secreta llamada "El Museo" es la culpable de la muerte de su padre, decide formar parte de un grupo de fugitivos con dones sobrenaturale...