Mi versión de Sasha
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Hola. Volví y la espera no se sintió tan larga, ¿o sí? Aquí está el capítulo que algunos de ustedes seguro esperaban por mucho tiempo. Escribí 10000 palabras en dos semanas, y pude publicar así de pronto si no fuese porque me bloqueé en las últimas páginas. Pero aquí está y lo dividiré en dos por ser tan largo. Publicaré las dos partes juntas porque no sé cuando vuelva a tener la oportunidad de usar el internet.
Me siento muy satisfecho con este capítulo, casi diría que orgulloso. Así que disfruten.
Tengo un poco de flojera en poner anteriormente en el proyecto Berwick, así que dejaré que hagan las preguntas y les responderé en cuanto pueda. Pero creo que aquellos acontecimientos que han pasado en capítulos anteriores se explican solos aquí. Ojalá no tengan dudas.
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Capítulo 16. Complaciendo a la serpiente gigante (1º parte)
—Vamos, una más —dijo Elena, elevando la cuchara llena de sopa frente a mi rostro. No quería parecer malcriado cuando ya tenía suficientes razones para sentirme como un niño, por lo que abrí la boca a regañadientes.
Combatí con la arcada oculta al final de mi garganta y tragué el líquido cálido. La sopa podría estar deliciosa, pero el simple pensamiento de comida ya me daba náuseas. Tenía que obligarme a comer si quería salir de la cama algún día; sólo esperaba no vomitar como las dos veces anteriores.
—Terminamos —celebró Elena, levantándose de su asiento a lado de mi cama—. Aquí está un balde, por si acaso, pero recuerda que si vuelves a vomitar mi comida, lo tomaré personal y lo siguiente que comas estará envenenado.
—No tienes nada que preocuparte por tus talentos culinarios —dije, tratando de sonar convincentemente animado—. Tu comida es tan buena que me gusta saborearlo dos veces.
Soltó una potente risa cuando entendió mi chiste.
—Ya bromeas; eso debe significar que estás mejorando. ¿Necesitas algo más? ¿Ir al baño?
Negué con la cabeza.
—Yo... —Me callé, inseguro. Era vergonzoso lo seguido que me veía en esa misma situación.
Elena supo leer de inmediato mi vacilación.
—Quieres volver a verlos, ¿verdad? Creo que ya terminaron en el lago. No sé si... —No hice un buen trabajo en ocultar mi ansiedad, y ella pronto mostró una sonrisa dulce (condescendiente)—. Veré qué puedo hacer.
Al par de minutos ella volvió y me ayudó a levantarme de la cama. El dolor de cabeza —mi vieja amiga— pareció empeorar con el esfuerzo. Elena me encaminó hasta la ventana, donde tenía una buena vista del lago, un pequeño mirador incompleto que David y Leo empezaron a construir desde el mediodía, y Sasha. Ella me saludó con la mano y yo la imité a pesar de que mi corazón ya palpitaba como loco por los nervios. Si Sasha no estuviese a una distancia tan considerable, quién sabe cuál sería mi reacción. Aunque mi historial dejaba en evidencia que no sería refinado.
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El proyecto Berwick
Science FictionBen se ve envuelto más que voluntariamente en un mundo donde no debería estar. Al descubrir que una organización secreta llamada "El Museo" es la culpable de la muerte de su padre, decide formar parte de un grupo de fugitivos con dones sobrenaturale...