Capítulo 2. En el lugar y el tiempo correcto de nuevo
No era de extrañar que podía oler la comida incluso antes de entrar al apartamento. En seguida vi a Sasha sacando algo que parecía ser una torta de manzana del horno.
—Huele delicioso —opiné, con la principal intención de avisarle de mi presencia—. ¿Nuevos experimentos?
—No —respondió ella con una sonrisa irónica—. Prometo que esta vez sí usé una receta de internet.
Entrecerré mis ojos con extrañeza.
—Supongo que Cristina viene en camino.
Sasha se veía hermosa con un vestido negro y su cabello ondulado recogido en una cola de caballo. Pocas veces la veía con maquillaje ―tampoco es que lo necesitase con su piel impoluta y achocolatada, y esos ojos verdes que le daban un toque exótico―, pero esta vez usaba un labial rojo. Era en esos momentos que envidiaba no ser mujer para tener alguna oportunidad con ella.
—Sí, ¿cómo lo supiste?
—Sólo te gusta experimentar con la comida cuando yo soy el único que puede salir intoxicado.
Ella rio sonoramente antes de agregar:
—Si durmiera contigo, tal vez me preocuparía para que no te intoxicaras.
—Te he dado la opción muchas veces.
—Cariño, no voy a volver a tener esta discusión cuando todavía tienes un pene ―arguyó ella después de torcer los ojos.
—Vale, me iré a llorar otra vez a mi cuarto. Disfruta tu noche.
—No, espera —exclamó saliendo de la cocina de un salto e interceptando mi camino.
—¿Qué pasa? —pregunté.
—Mañana saldremos a celebrar... algo. Aún no hemos decidido qué. ¿Vienes con nosotros, no?
—Está bien. Con tal de que no sea un bar gay.
—¿Por qué no? No disfrutaste ser el centro de atención la última vez.
—No cuando me tocan el culo todo el tiempo.
—Si no tuvieras esa linda cara... —objetó mientras me aplastaba el rostro entre sus palmas—... los leones no querrían comerte tanto. Pero tranquilo, no iremos a un bar gay.
Asentí con una media sonrisa, dirigiéndome entonces a mi habitación. Me acosté en la cama con un suspiro de cansancio. Ya tenía medio año desde que había empezado la universidad, y mi odio hacia la rutina se estaba metiendo en mis nervios...
No es que estuviera encerrado en la rutina donde sólo estudio y duermo... Al menos Sasha, mi compañera de apartamento, me ayudaba a mantener una vida social activa, sin embargo, eso apenas era una mera distracción.
No sabía señalar con exactitud de dónde provenía aquel enojo cocinándose con el paso de los meses. Quizás era la normalidad. El aburrimiento... Aquella diminuta fortuna que había conseguido en el maletero de mi coche era suficiente para financiar aquella vida que detestaba; y para poder costear algunos que otros lujos —como salir a bares o a discotecas— debía de trabajar todos los fines de semana.
Miré el techo con cierto desasosiego antes de abrir la gaveta de mi mesa de noche. Agarré ese trocito de papel ya algo arrugado y desgastado y releí aquellas palabras escritas a mano como parte de mi tradición antes de irme a dormir:
«Estabas completamente dormido y no logramos despertarte. Vas a estar bien, al menos de salud. En tu patio te dejamos nuestras disculpas. Ojalá no quedes traumado de por vida.
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El proyecto Berwick
Ficção CientíficaBen se ve envuelto más que voluntariamente en un mundo donde no debería estar. Al descubrir que una organización secreta llamada "El Museo" es la culpable de la muerte de su padre, decide formar parte de un grupo de fugitivos con dones sobrenaturale...