Frustración

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Por más que Soobin lo intentó le había sido imposible entrar a su Little Space en presencia de Yeonjun.
Lo intentó de diferentes maneras, había puesto a su al rededor sus peluches, tenía su mantita, tenía su mameluco de conejo y... Nada.
— Me pone nervioso que me veas... No creo poder – dijo bastante frustrado y enojado.
Así que Yeonjun tuvo la idea de investigar cómo podía ayudar a su amigo.
Leyó bastante al respecto y comprendió mejor lo que le había dicho Soobin el día que le explicó sobre todo relacionado al Little Space.
Le pidió una última oportunidad para intentarlo y a regañadientes había accedido.
Igual que las veces anteriores Soobin se había sentado en el piso de aquella habitación enojado y frustrado.
Esta vez Yeonjun se había sentado frente a él en el piso.
— No puedo – repitió Soobin.
— ¿Por qué no? Eres un conejito muy bonito – dijo agarrando las orejas del mameluco y levantándolas.
Soobin rió un poco.
— Conejito, dime cuantos años tienes – continuó Yeonjun.
Soobin levantó una mano mostrando sus cinco dedos.
— Oh, a ver ¿cuanto es eso? – dijo tomando su mano.
Yeonjun iba tomando dedo por dedo mientras Soobin contaba del uno al cinco.
— ¡Muy bien, bebé! – lo felicitó al terminar.
Soobin rió esta vez de una manera más aniñada.
— ¿Cuál es tu peluche favorito, conejito? – le preguntó después.
Soobin buscó entre los que tenía al rededor a un osito, se veía bastante viejo a pesar de estar en buenas condiciones, era blanco con manchitas de color.
— Ete – contestó tímidamente el pequeño.
— ¿Este? ¡Que bonito osito! ¿Como se llama – le preguntó ahora.
— Rainbow – dijo Soobin aún tímido.
— Que bonito nombre – dijo Yeonjun sonriendo.
Soobin había comenzado a pararse pero lo detuvo.
— ¿A dónde vas, conejito? – dijo con curiosidad.
— Quiedo galletitas... – contestó el pequeño.
— Yo voy, tú estás chiquito. No las vas a alcanzar – le dijo Yeonjun haciendo que se volviera a sentar.
Al regresar con las galletitas Soobin se encontraba jugando con sus peluches.
Se volvió a sentar frente a él.
— Aquí tienes, bebé – dijo entregándole un platito con varias galletas y también le había traído leche con chocolate en su vasito entrenador.
Soobin aplaudió con emoción y tomó el vasito tomándole y luego comió una galleta.
Una vez que había terminado le había pedido a Yeonjun que jugara con él al lobo y éste había accedido con gusto.
La habitación era bastante grande así que Yeonjun se había puesto lejos de él, parado mientras Soobin seguía sentado en el otro extremo.
El pequeño había elegido ser el lobo así que fue Yeonjun quien comenzó a cantar.
— Jugaremos en el bosque mientras el lobo no está, porque si el lobo aparece ¡a todos nos comerá! ¿Lobo estás ahí? – canturreó.
— Toy cocinando... – contestó Soobin.
— Ay, que bien a lo mejor así ya no me come – había bromeado Yeonjun haciendo que Soobin riera.
— Jugaremos en el bosque mientras el lobo no está, porque si el lobo aparece ¡a todos nos comerá! ¿Lobo estás ahí? –  volvió a cantar Yeonjun.
— Me toy bañando – contestó esta vez.
— Ay, el lobito olía feo...  – dijo esta vez haciendo como si se tapara la nariz y el pequeño rió aún más.
Cantó una vez más.
— Jugaremos en el bosque mientras el lobo no está, porque si el lobo aparece ¡a todos nos comerá! ¿Lobo estás ahí? – 
— ¡Shi! ¡Y te voa comer! ¡Rawr! – contestó Soobin esta vez.
Comenzó a gatear entre risas a dónde estaba Yeonjun mientras él huía.
— Nooo... Por favor no me comas – decía Yeonjun una vez que lo atrapó.
Se había tirado al suelo dramáticamente y cubría su rostro.
— Si te comoooo – decía el pequeño — Ñam ñam ñam – dijo haciendo el gesto de que comía.
Después fue el turno de Yeonjun, quién había corrido tras Soobin y cuando lo atrapó le hizo muchas cosquillas.
El pequeño conejito le había pedido a Yeonjun deditos de queso después de jugar, se los preparó con gusto sonriendo.
Soobin había terminado manchado de ketchup al finalizar los deditos de queso.
Yeonjun no había podido hacer que fuera a lavarse las manos así que buscó donde había algunas toallitas o trapito para limpiarlo.
Tardó un poco pero las encontró escondidas.
— Dame la manita – le pidió, Soobin lo hizo y la limpió — la otra manita – volvió a hacer lo mismo — Y la boquita también – dijo terminando de limpiarlo.
Colorearon juntos, Yeonjun le iba pasando los colores al pequeño para que esta vez no se equicocara.
— ¿Ete es nadanja? – preguntó Soobin enseñandole el color que le había pasando.
— Si, bebé. Mira – dijo apuntando a un costado del color — N-a-r-a-n-j-a – deletreó señalando cada letra.
Soobin asintió y rió.
Cerca de las 7 de la noche el pequeño había comenzado a bostezar.
— ¿Ya quieres dormir, pequeño? – le preguntó y Soobin asintió.
Lo acomodó en aquella cama que daba la impresión de ser cuna y Yeonjun se puso a su lado con mucho cuidado porque el espacio era reducido.
— Cadtame... ¡Y también un cuento! – exigió Soobin.
— Canción o cuento. Solo una cosa o no te dormirás pronto – dijo Yeonjun de forma seria.
— Meño... ¡Canción! – eligió el pequeño.
— De acuerdo – dijo y se aclaró la garganta para comenzar a cantar — Estrellita donde estás, me preguntó que serás. En el cielo y en el mar, un diamante de verdad. Estrellita donde estás me, preguntó que serás – canturreó.
— Otra – pidió Soobin.
— Solo una más, bebé – dijo Yeonjun sonriendo — Todos los patitos se fueron a nadar y el más pequeñito se quiso quedar. Su mamá enfadada le quiso regañar y el pobre patito se puso a llorar. Los patitos en el agua meneaban la colita y decían uno al otro ¡Ay que agua tan fresquita! – cantó finalmente.
Soobin había cerrado los ojos y había abrazado fuertemente a Yeonjun.
Yeonjun sonrió. Estaba realmente feliz, había sido tan lindo como había pensado que sería.
Se había divertido bastante pasando tiempo con Soobin en su Little Space y solo había logrado enamorarse de otra parte de aquel chico.
Acarició su cabello y su mejilla con cuidado de no despertarlo.
Volvió a sonreír.
Tenía que preguntarle si podía ser su cuidador más adelante.

Mi pequeño conejito 🐰 | Yeonbin | FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora