Gian O'Conner
—¿Crees que se hayan dado cuenta de que escapamos?— pregunté al ver a tantos fotógrafos y reporteros querer seguir el auto de Kent.
—No sé, no me importa y adiós— dijo bromista antes de arrancar lejos de ellos.
Reí colocándome el cinturón de seguridad, y echando para atrás mi cabeza.
Algunos pensarían que, fuimos a casa, que fuimos a algún lugar íntimo como un hotel.
No, el actor alemán Kent Schell, nos llevó a un puesto de hamburguesas en la calle, que por cierto, eran unas excelentes hamburguesas.
Incluso la persona que atendía nos miraba impresionado, mientras nosotros degustabamos la comida. Me sentía en algo irreal, como si lo que acabamos de hacer frente a las cámaras, no ocurrió.
Tal vez porque era algo que nunca imaginé hacer, y ahora que lo pensaba, hay tantas cosas que nunca imaginé hacer por estar pensando en los demás, y que empecé a hacer desde que Kent apareció.
Él no lo tenía muy en claro, pero le agradecía mucho que haya aparecido en mi vida, y también le agradecía las hamburguesas.
[...]
La tenue luz de la luna cayó sobre nosotros, Kent tomaba mi mano, y conmigo detrás, caminábamos en el bosque por el pequeño trayecto entre el auto y la cabaña que le pertenecía.
Claramente, no veníamos solos, pues una botella y media de vino nos hacía compañía, él sostenía la botella completa, y yo me encargaba de cargar la que estaba a la mitad.
Llegamos a pasos torpes a la cabaña, riendo de nosotros, bromeando y bebiendo de los envases.
Yo no sabía que Kent tenía botellas en su auto, y ahora que lo sabía, debía pensar más seguido en pedirle prestado su coche antes que el mío.
Para cuando llegamos a la cabaña, encendió lo que pudiera darnos un poco de luz, igualmente, una bocina con temática rústica fue prendida por él, dándonos música.
Y ahí estábamos, dos hombres disfrutando el momento con el otro, bailando, bebiendo, cantando y besandose de vez en cuando.
La mano y el brazo de Kent tomaban mi espalda baja, haciéndome girar varias veces al son de la música, el ritmo cada vez más alegre.
Nadie en la ciudad que estaba esperando el elocuente momento del estreno de una película, recibiendo a los actores en la alfombra roja, se imaginaria que el estelar estaba ahora mismo en una cabaña, siendo libre, bebiendo de una botella de vino con música de fondo.
Y menos, pensando que estaba con su pareja.Después de una ardua rutina de ritmo enérgico, las canciones ahora eran lentas, primero románticas, y quizá luego llegarían a esas canciones que tenían un uso en especial para cuando estabas a solas con tu pareja.
Por el momento, terminé recostado en el sofá, veíamos la chimenea darnos calor, Kent se hallaba detrás de mí, acariciando mi cabeza, con mi cabeza sobre su pecho, y el resto de mi cuerpo extendido a lo largo del mueble.
Se podría decir que no estábamos ebrios, no logramos acabarnos las botellas.
—Las personas van a hablar de esto— dijo serenamente —para mañana, ya van a saber de lo nuestro.
Suspiré calmado, sonriendo. —Lo sé, pero, tengo qué admitir que fue genial haber salido de una alfombra roja y escaparnos al bosque.
—Tenía ese presentimiento de que, estas serán las últimas veces que estaré apareciendo en cámaras y pantallas— soltó —tal vez era porque, estaba más seguro que quería alejarme de la actuación pronto, pero, tengo un proyecto antes.
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Detrás de la Pantalla (O'Conner #2/Gay)
Teen FictionKent es un actor alemán bien reconocido en el mundo del cine de Alemania, a pesar de la soberbia que oculta. Gian es solo un miembro de producción, que está presente en todo el rodaje de la película que él graba. Kent está cansado de fingir ser algu...