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Kent Schell

Todos estamos regidos por capas, facetas, personalidades que mostramos a algunos, y unas muy diferentes a otros.

Algunos se muestran graciosos e inadaptados con la gente de confianza, pero al estar con desconocidos o gente de un rango mayor, parece que se convierten en las personas más educadas del mundo.

Hay otros que, con los demás fingían ser buenas personas, cuando son una porquería por dentro.

Otros nunca fingen, son transparentes, no necesitan tener otra personalidad para poder socializar con los demás.

Y luego, estamos los que solo aparentamos perfección, pero que por dentro, somos tan imperfectos y estamos tan vacíos que nadie lo creería.

Pero aquí era donde surgía mi duda, ¿Por qué con él?

Me carcomía la cabeza desde que lo ví por primera vez, de todas las personas, solo con un miembro de efectos especiales, es que no puedo fingir.

Gian era muy diferente a otros miembros de producción que he conocido, por más cansado que esté, por más irritado que logre ponerse, siempre hace lo que los demás le piden.

No sé si sea por buena gente o porque es su trabajo, pero era sorprendente las veces que lo había hecho desquitar con encargos, y ninguna vez dejó de llevar lo que le pedía.

Es simplemente que, Gian es demasiado noble con las personas, como si a pesar de todo lo que pudieran hacerle, siempre trata de seguir ayudando o haciendo su trabajo.

Puede que sea por eso que no lograba mostrar una fachada perfecta con él, porque parecía que él sabía identificarlo, y aún así, él no decía nada. Sí, él fingía también, fingía estar bien, y fingía que no le importaba cómo lo trataba.

Pero, ahora parece que soy yo quién notaba cuando se desconectaba del mundo por sus problemas.

Se supone que hoy iba a salir más tarde del estudio, porque prefería recoger mis propias cosas del camerino, antes de poner a alguien más, quería recibir ayuda de Gian, sin embargo, seguro ahora sí iba a estar ocupado.

Solo que cuando salí, ya no había tantos autos en el estacionamiento, y reconocí el de él.

Quise esperar para despedirme, pero pasaron horas, minutos, ya era más de la una de la noche, y él no salía. Y fue por eso que yo mismo decidí buscarlo.

Por lógica, sabía que iba a estar en algún lugar de edición. Y eso lo confirmé cuando entré en uno de esos estudios, y lo ví ahí, un Gian dormido sobre la computadora, sentado, su cabeza pegada al escritorio junto con sus brazos tapando su cabeza.

Suspiré negando, no me sorprendía.

—Hora de irse— dije en voz baja, acercándome lentamente.

Sabía lo suficiente de computadoras como para poder cerrar el programa de edición y guardar el progreso. Ahora solo faltaba mandar a casa al chico.

Pero, se veía tierno durmiendo, más vulnerable.

—Gian— lo moví suavemente —Gian, despierta.

Seguí moviendolo, para esto ya había podido apagar el equipo.

Pero ni siquiera hizo el intento, solo se quejó, y luego habló dormido.

—Llévame contigo— dijo en susurro.

—¿Qué?— solté.

Volvió a dejar de responder, pero, ¿Había escuchado bien?

Detrás de la Pantalla (O'Conner #2/Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora