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Gian O'Conner

—¿Seguro que esto va a aguantar el peso de dos adultos?— pregunté, viendo el puente más viejo del mundo.

—En términos generales, no estoy seguro— contestó Kent tomando mi mano, ambos viendo expectantes el gran risco que había debajo del tronco podrido.

Odio los riscos.

El día de ayer que llegamos al bosque, fue bastante agradable a decir verdad, tuvo la idea de hacer una fogata solo para nosotros dos, y en la noche que la encendimos, parecía que solo Kent y yo existíamos en el mundo, no pensé en nada más que en estar en la misma conversación que él.

Hablamos de muchos temas, uno llevaba a otro, y para cuando acordamos, ya estábamos bastante cansados. Y cómo no, si al parecer su actividad de cortar leña para la fogata, resultó como él me dijo, agotadora.

Aún así, él actor siguió. —¡Pero, tenemos dos opciones!

—¿Y en cuál no morimos?

—En ninguna— finalizó tranquilamente —yo pasaré primero, tú solo no tengas miedo.

—Kent— lo llamé —estás hablando con la persona más cobarde del mundo, ¡¿Por qué te atreves a decirme que no tenga miedo?!

Sonrió inocente. —Eh... ¿Por favor? Anímate, esto no va a caerse, y yo te ayudaré a pasarlo.

—Quisiera saber primero tus argumentos y bases científicas para que yo cruce ese puente.

—Porque será una gran anécdota para nuestros hijos, y porque te hará bien pasear por el bosque.

—Estás en un error creyendo que deseo hijos. Tú no lo sabes, pero las personas que han cuidado de alguien más pequeño toda su vida, lo último que desean son más humanos qué cuidar.

—Al menos no negaste una vida juntos— concluyó riendo.

Este lado de Kent era nuevo, jamás pensé que su sentido del humor fuera tan despreocupado, quién iba a imaginar que detrás de la pantalla y del estudio, el hombre de traje profesional y soberbio, era en realidad bastante agradable y gracioso, y que le gustaba usar ropa más libre.

Soltó mi mano y se dirigió al tronco, tardó en pasarlo un tiempo, pero en realidad llegó con bastante facilidad.

Negué viendo su mano tenderse a mi.

—Gian, no me hagas ir por ti a la fuerza— advirtió aún con broma.

No quería retarlo demasiado, no dudaba en qué en verdad viniera por mi.

Puse un pie en el "puente", y desde el primer momento, ya quería regresar al lado seguro.

—No va a pasarte nada— dijo confiado, elevando sus brazos a mi.

Esa mirada de seguridad, hacia tantos años que no la veía en nadie.

Avancé sin darme cuenta, hipnotizado en el recuerdo de alguien que siempre me decía eso, de alguna forma, tenía necesidad de llegar a Kent ahora.

Y cuándo finalmente pasé por el tronco, solo tuve que saltar desde una altura medianamente alta hasta sus brazos, tomó la parte de mi cintura entre ellos, y mis brazos se sujetaron a su clavícula.

Me tomó firmemente, dejándome en el suelo de poco a poco, pero por alguna razón, yo no dejaba de verlo.

—¿Lo ves? Eres valiente— dijo sonriendome.

Carraspé riendo. —Entonces, ¿Qué haremos como primera actividad recreativa de hoy?

—Ya te lo dije, solo vamos a caminar— contestó —conozco bien el bosque, no es tan peligroso, para cuando volvamos, cocinaré algo para ti.

Detrás de la Pantalla (O'Conner #2/Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora