El libro vinculante

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¿Cómo sería una Biblia sin el libro de los Hechos?

Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos. (Hechos 1:8)

El Nuevo Testamento se divide claramente en dos secciones casi iguales. La primera se compone de cuatro evangelios que relatan la vida de Jesús en la tierra. La segunda, que comienza con Romanos, tiene que ver con las iglesias que surgieron después de la ascensión de Jesús. Entre ambas secciones encontramos el libro de los Hechos.
La mejor manera de valorar Hechos es imaginarse una Biblia en la que el libro de Hechos no figurara. Usted acaba de leer la vida de Jesús, iluminada por cuatro autores diferentes y ahora se pone a leer Romanos: "Pablo, siervo de Jesucristo...a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos". ¿Roma? ¿Cómo llegó allí el mensaje desde Jerusalén?
Después, usted encontraría dos cartas más, también de Pablo (¿quién es el?), dirigidas a "la iglesia de Dios que está en Corinto". Luego viene otra carta, escrita a la iglesia de Galacia, luego otra a Efeso, y des pués otras más, dirigidas a otras localidades bastante exóticas. Es obvio que falta algo. Sin Hechos, el Nuevo Testamento salta, sin aviso previo, de una ordenada historia acerca de un hombre -Jesús- a un conjunto de cartas personales, carentes de explicación alguna.

Un plan revelado por Jesús

Con Hechos, todo encaja en su lugar preciso. Este libro nos sirve de transición entre la vida de Cristo y la nueva iglesia. Presenta así mismo a Pablo y explica cómo fue que una religión minoritaria cruzó el mar y llegó hasta Roma, la capital imperial. El lector de Hechos visita ciudades claves esparcidas alrededor del Mediterráneo, llega a conocer a los principales líderes del nuevo movimiento y recibe una buena orientación acerca de los problemas que más tarde harán su aparición en las cartas de Pablo. Lucas, médico de profesión, ya había escrito el tercer evangelio para contar todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y enseñar" (Hechos 1:1). El libro de los Hechos resume dicha historia, dando a entender que también el presente relato mostrará a Jesús en acción, pero esta vez de una manera totalmente diferente. "Edificaré mi iglesia", había prometido Jesús (Mateo 16:18), y Hechos muestra gráficamente como comenzó dicho proceso.

Jesús mismo había trazado el plan maestro en sus últimas palabras registradas en la tierra: "Me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (1:8). Hechos sigue este plan ajustadamente: los primeros siete capítulos describen a la iglesia de Jerusalén, los cinco siguientes tienen como centro de atención a Judea y Samaria, y el resto del libro sigue la extensión del evangelio hasta los puestos más remotos de la civilización romana.

Comienzos bulliciosos

El libro comienza en Jerusalén, durante la fiesta de Pentecostés. Más de un millón de peregrinos se arremolineaban en las calles de la ciudad cuando súbitamente un grupo de 120 creyentes entró en acción. Los seguidores de Jesús se lanzaron a la calle haciendo gala de un estilo nuevo y audaz, y 3.000 personas se les unieron ya el primer día. Esa bulliciosa escena es la punta del ovillo que Lucas utiliza para tejer la trama de una aventura histórica.
La habilidad narrativa de Lucas hace que Hechos se asemeje a una novela que va saltando de una tumultuosa escena a otra. Allí donde aparecen los apóstoles se agita la acción, se desatan desórdenes y la pequeña iglesia echa raices. En una época en que las nuevas religiones se diseminaban rápidamente, la fe cristiana se convirtió en un fenómeno mundial. Hechos nos cuenta cómo.

El Verbo Hecho Hombre (Nuevo Testamento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora