¿Qué apariencia debe tener un líder?

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No todos querían el tipo de reino que Jesús traía

¿De donde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? (Mateo 13:54-55)

Los líderes importantes, por ejemplo, los presidentes y primeros ministros se esfuerzan por transmitir una imagen de confianza y de poder. Un líder, suponen ellos, debe tener la apariencia de un líder, y muchos de ellos consultan con "especialistas en imagen" para aprender a tenerla. Doquiera que vayan les sigue una estela de periodistas, guardaespaldas, asistentes leales y admiradores ansiosos.
Mateo describe a un líder verdadero —un rey, en realidad— pero uno que destruye los estereotipos. Jesús tenía un poder innegable. Podía calmar una tormenta feroz y hasta caminar sobre la superficie de un lago. Sin embargo, él usaba su poder en forma compasiva, para beneficio de los demás: para alimentar a los hambrientos y sanar a los enfermos. No le interesaba proyectar una imagen de poder.

Un nuevo tipo de reino

Los judíos del primer siglo, que odiaban el Imperio Romano, se habrían unido vehementemente en torno a un rey judío militante. Se rebelaron muchas veces hasta que un vengativo general romano arrasó a Jerusalén en el año 70 d. C. Pero el reino que Jesús proclamaba no se adecuaba a sus expectativas.
Al principio de su ministerio, Jesús rechazó un ofrecimiento de gloria y territorio tentador (4:8-11), y más tarde rechazó constantemente las presiones de la multitud. A pesar de ser el más poderoso de todos los reyes, pasó su tiempo hablando y enseñando, en vez de reclutar un regimiento. Por ser el verdadero Mesías, él no buscó satisfacer la falsa imagen que la gente tenía de él, sino que trató de complacer a Dios.
En el capitulo 13, Mateo reúne varios de las historias, llamadas parábolas, que Jesús contó para describir su "reino de los cielos" —una frase que Mateo usa 32 veces. Aunque Jesús nunca definió precisamente esta frase, dio muchas indicaciones acerca de la naturaleza de su reino. El reino es tan importante, dijo, que para pertenecer al mismo vale la pena vender todo lo que una persona posee.
Jesús dijo que su reino no tiene limites geográficos. A diferencia de Grecia, China o Rusia, digamos, su reino no puede ser ubicado en un mapa. Sus seguidores viven en medio de sus enemigos, no separados de ellos por un cerco o un muro. Y sin embargo Jesús profetizó que su reino exhibiría un crecimiento notable aun en un ambiente que tratase de destruirlo.

Los discípulos no lo entienden

El "reino de los cielos" consiste en el reinado de Dios en el mundo. Está constituido por gente de todas las razas y de todas las naciones que siguen lealmente la voluntad de Dios en la tierra. Jesús enfatizó que este nuevo reino era un gran paso adelante en el plan de Dios: el menor de sus ciudadanos es aun más grande que Juan el Bautista (11:11).
Los discípulos, acostumbrados a las imágenes más tradicionales de poder y liderazgo, no alcanzaban a captar el concepto que Jesús tenía del reino. Una y otra vez le pedían que explicara las parábolas, mientras trataban de superarse mutuamente en cuanto a su posición ante Cristo.
Con el pasar del tiempo, los discípulos se fueron convenciendo de que Jesús era "el Mesías, el Hijo del Dios viviente". Pedro fue ensalzado por esa confesión (16:17). Pero luego recibió el reproche más severo en el pasaje siguiente cuando rechazó la idea de que su líder pudiera eventualmente sufrir y morir.
Las paradojas del tipo de liderazgo que encarnaba Jesús se fueron profundizando a medida que se acercaba su entrada final a Jerusalén, la capital. Pero aun en esa ocasión no montó un carro de combate ni un brioso corcel, sino un asno. Y pocos días después dejó a sus seguidores un emblema perenne que no era un estandarte real ni un cetro, sino la cruz en que fue ejecutado.

Preguntas vitales: ¿Podría Jesús competir en una elección para un cargo político? ¿Qué tipo de líder busca la gente hoy en día?

El Verbo Hecho Hombre (Nuevo Testamento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora