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El sonido de unas estruendosas voces que hacían eco por los pasillos, y los pesados pasos que correteaban de un lado de la casa al otro, fueron lo suficientemente molestos como para hacer que Minho se despertara de su profundo sueño al día siguiente.

Se sentía tan agotado que le supuso un esfuerzo enorme no volver a quedarse dormido, y el dolor de cabeza que sentía en ese momento parecía capaz de partirle la cabeza. Usando las fuerzas que no sentía, Minho se enderezó en la cama ajena para estirar su cuerpo desnudo en un intento de terminar de despertar y orientarse. Casi sin éxito alguno.

Las cortinas azules de la habitación en la que había pasado la noche se encontraban cerradas, y la poca luz que atravesaba aquella tela le hacía difícil adivinar qué hora era. Por el sol que notaba, podría perfectamente ser las dos de la tarde o las nueve de la mañana.

No fue sorpresa para él no encontrar su teléfono en la mesita de noche, intuyendo que el aparato debía estar en algún lugar del piso de aquel cuarto, probablemente apagado, y Minho sentía demasiada pereza en ese momento como para levantarse a buscarlo.

Cerró los ojos con cansancio, apoyando su cara contra sus manos mientras los vestigios de la noche anterior llegaban con una exasperante lentitud a su adolorida cabeza. Lo último que recordaba con algo de claridad era el juego de verdad o reto, por lo demás, el resto de sus recuerdos venían a él más como un borrón de imágenes sin sentido que, honestamente, parecían las memorias de alguien más.

Pero las sensaciones que evocaban esas imágenes eran lo suficientemente explícitas y vívidas para hacerle saber que los recuerdos eran suyos, muy suyos y de nadie más. Y que la noche anterior había tenido sexo.

Mucho sexo, y del bueno.

Miró a su lado con los ojos entrecerrados, y no se sorprendió al encontrar el otro lado de la cama completamente vacío. Podía ver las sábanas arrugadas en donde otro cuerpo había estado antes, acurrucado junto a él, y sólo bastó con llevar su mano al lugar para confirmar que su ausencia no era reciente. Las sábanas estaban frías bajo su palma, confirmándole que llevaba un buen tiempo solo en aquella cama.

Sus dedos se cerraron débilmente sobre la tela, su mirada aún perdida en el vacío a su lado. Aunque él ya se había planteado la posibilidad de que pudiera despertar solo en la mañana, no pudo evitar la ola de desilusión que lo invadió ante ese hecho. Esperaba despertar y ver unos ojos brillantes, una sonrisa cansada, cualquier cosa menos ese hiriente abandono.

Decepcionado, se recostó nuevamente mientras cerraba sus ojos para estabilizar un poco su nublada cabeza, la cual dolía demasiado como para ser real. Sentía que el cerebro le latía lo suficientemente fuerte como para querer partirle la cabeza, y el mero hecho de estar despierto era doloroso. Definitivamente, calificaría esta resaca como una de las peores de su vida.

Y ese polvo como uno de los mejores de su vida, pensó para sí mismo con una débil sonrisa satisfecha.

La diferencia entre hombres y mujeres era... abismante, no había otra palabra para describirlo. Aunque no era la primera vez que Minho se acostaba con un hombre, sí era la primera en la que tenía un rollo de una noche con uno, y aquello había sido mucho más mágico e intenso de lo que recordaba que era.

En el pasado había salido con alguien con quien exploró bastante ese territorio, pero las cosas terminaron antes de que todo se pusiera demasiado serio entre ellos, y nunca más intentó meterse con otro hombre. Hasta que llegó ese chico.

Ese chico... ¿Cómo era que se llamaba?

Intentó ahondar en sus difusos recuerdos para encontrar entre ellos el nombre del desconocido con el que, sabía, había pasado la noche. Pero lo único que recordaba eran sus suaves besos y sus delicadas caricias; una adorable risa contra sus labios, y todas las cosas que él le hizo sentir. Aún podía sentir el hormigueante placer de sus manos sobre su cuerpo, el sabor de su boca, el de su sudor, y la calidez de su interior. Sensaciones tan intensas como para apretarle el vientre, y que eran tan sólo algunos de los cientos de detalles que le habían arrebatado el sentido esa noche.

Dirty Dancing || MINSUNG (RESUBIENDO/EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora