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Minho fue incapaz de moverse, sintiendo que le faltaba el aire.

Ni siquiera era del todo consciente de los cuerpos que se apretaban contra él, la única persona quieta en toda esa habitación. Lo tocaban y lo empujaban igual que antes, pero la sensación era completamente distinta cuando su corazón latía con tanta fuerza.

-¿Qué pasa? ¿Quieres bailar?

Una mano desconocida se posó en su hombro, y Minho retrocedió de inmediato, al fin escapando de su ensimismamiento mientras una chica lo miraba con extrañeza.

Sus sentidos volvieron a él como una bomba detonando, tan de golpe que se sintió agobiado. El tiempo nunca se detuvo, y la música jamás disminuyó su volumen. Minho sintió el estruendo a su alrededor y el calor de los cuerpos que lo rodeaban con demasiada claridad. Con tanta, que el espeso aire no parecía poder llenar sus pulmones, y eso fue suficiente para obligarlo a moverse.

Ni siquiera fue capaz de presenciar qué pasó con Jisung. No quería saber si se había dejado besar o no mientras su cuerpo se movía tambaleante por el salón. Simplemente no quería verlo.

Cada paso que daba se le hacía ridículamente dificultoso, apenas podía abrirse el paso entre las personas que atestaban la casa y entorpecían su camino hacia la salida. Pero ni siquiera eso lo detuvo.

Necesitaba salir de ahí.

¿Qué esperaba que pasara? ¿Qué Jisung dejara todas sus ataduras de lado esa noche? ¿Realmente se iba a acercar a él como había creído?

La amargura se le subió a la garganta como bilis, y Minho logró abandonar el lugar después de unos desesperantes minutos, el aire frío del exterior golpeando con fuerza su acalorado rostro mientras se apresuraba por los escalones de la entrada.

Ni siquiera sabía a dónde iba, su cuerpo sólo se estaba moviendo lejos de la casa, sin importarle nada más.

La imagen de alguien que no fuera él acercándose así a Jisung lo hacía sentir enfermo, y la idea de que alguien más hubiera probado esos labios que tan suyos habían llegado a ser le desgarraba el alma. Se llevó una mano al pecho, sintiendo un hueco extraño en donde debería estar su corazón, sólo para no sentir nada.

Lo único que sabía era que necesitaba volver a casa.

-¡Minho! -un grito se escuchó a la lejanía, pero no fue capaz de oírlo.

Parpadeó rápidamente para alejar el ardor en sus ojos, sin ser consciente de que sus piernas caminaban en automático hacia su auto. ¿Qué hacía ahí? No podía manejar. Quizás podría tomar algo de dinero e irse en taxi a su casa. Si tan sólo no lo hubiera estacionado tan lejos...

-¡Minho, detente!

Minho despertó de su letargo cuando fue firmemente tomado del brazo por detrás, la fuerza del agarre obligándolo a voltearse.

El corazón le dio un salto ante la imagen de un agitado Jisung que lo miraba con desesperación, su cabello desordenado y su respiración errática acentuando aún más la silenciosa necesidad en su rostro. Los ojos de Minho se dirigieron inevitablemente a sus labios.

Jeno lo había besado.

-N-No... Te juro que no es lo que parece -se apresuró a decir el menor, deteniéndose cuando Minho levantó la mirada y sus ojos se encontraron.

¿Cómo permitió que eso pasara?

-Me iré a casa -murmuró Minho con voz débil, sus ojos evitando mirar a Jisung mientras intentaba zafarse sin fuerza de su agarre-. Déjame ir.

-No puedo dejar que te vayas así. No te vayas...

La súplica le debilitó las rodillas. Miró de reojo al menor, su expresión gritando que ni siquiera él sabía que hacía ahí, sus ojos buscando por la solución de un problema que no entendía mientras la mano que sostenía su muñeca temblaba.

Dirty Dancing || MINSUNG (RESUBIENDO/EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora