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El resto del tiempo se la pasaron charlando banalmente entre ellos. Debería ser difícil, considerando que la tensión que se traían era casi insoportable, pero Minho puede decir sinceramente que conversar con Jisung era tan fácil y divertido, que no podía pensar en nada más cuando lo escuchaba hablar.

Estaba atrapado por lo ocurrente que era, y la espontaneidad de sus palabras y sus gestos lo tenían atento como un niño en una película, sin deseos de perderse de algo. Era atractivo, tierno, y aún así coqueto sin la necesidad de intentarlo, y a Minho se le aceleraba el corazón ante el más mínimo cambio en su expresión.

Con los vidrios bajos y la música suave de la radio, Minho podía fácilmente pretender que se conocían de toda la vida, y la soltura de Jisung le hacía pensar que él estaba igual de cómodo con su presencia mientras le contaba más sobre sí mismo.

Minho descubrió que Jisung vivía con su mamá, su padrastro y la hija de ellos en Incheon, y que en Seúl se quedaba en un departamento cerca de la universidad que le pertenecía a su padre, quien vivía en Malasia con su nueva familia.

Se enteró de que el menor era un amante de los animales, pero que no podían tener mascotas en su casa por las alergias de su hermana de siete años, que parecía ser su adoración, y que en su nuevo edificio le prohibían las mascotas.

Por su parte, Minho le comentó que vivía solamente con su papá en una casa que era demasiado grande para ellos y que quedaba increíblemente lejos de la universidad, por lo que su padre le había regalado un auto a finales del año pasado luego de que tuviera problemas para movilizarse en su primer año.

Le contó que tenía tres gatos; Soonie, Doongie y Dori, a quienes había adoptado en distintas circunstancias y que su papá adoró a pesar de su negativa inicial por recibirlos. Por insistencia de Jisung, Minho le mostró una infinidad de fotos que tenía de ellos, mientras le comentaba el contexto de cada una de estas.

Para aquello ambos habían tenido que sentarse casi al borde de sus asientos, el teléfono de Minho quedando en medio de ellos mientras Jisung deslizaba las fotos por él. Había estado demasiado entretenido en un principio como para caer en cuenta de la cercanía de Jisung, y una vez lo hizo, simplemente no pudo dejar de notarla.

Tragó duró cuando el brazo del menor rozó imperceptiblemente el suyo para cambiar una foto, y Minho se esforzó para continuar con su relato incluso cuando el perfume ajeno entorpecía su mente y sus palabras. Trató de fingir demencia y se enfocó en sus gatos, esperando que su amor por ellos lo distrajera lo suficiente como para no ceder ante el calor que crecía en su vientre bajo.

Estaban viendo una foto de Doongie con unas orejitas de duende que Minho había tomado en navidad, y sus ojos se movieron por su cuenta hacia Jisung, maravillados por la forma en la que sonreía ampliamente mientras contemplaba la foto. Su sonrisa era, sin duda alguna, una de las cosas más adorables que Minho había visto en su vida, y la forma en la que la nariz de Jisung se arrugaba con el gesto atrapó inevitablemente sus ojos.

Sintió el repentino impulso de tocar sus labios una vez más, de acariciar sus mejillas, de rozar suavemente su nariz, queriendo ver qué más podía expresar con todas sus facciones. No podía apartar la vista, incluso aunque sabía que ya no estaba siendo casual de ninguna forma, y los latidos de Minho se fueron al diablo cuando la mirada de Jisung cayó entonces sobre él, alegre, y dejándolo sin ninguna posibilidad de escapar.

El contacto visual le secó la boca, y se sintió incapaz de decir palabra alguna mientras la diversión en la expresión de Jisung se apagaba poco a poco, ya nada quedando de su sonrisa anterior. Unos ojos castaños atraparon sus labios, y cuando se devolvieron a mirarlo, Minho juró que ambos estaban esperando algo más en ese momento.

Dirty Dancing || MINSUNG (RESUBIENDO/EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora