Minho se encontraba desayunando con desgano en la sala de estar de su casa, desparramado sobre el sofá mientras buscaba algo interesante que ver en la televisión. Había dormido apenas unas horas en la noche, todo por culpa de su padre, quien llegó tarde a casa y haciendo un montón de ruido, dejándolo dando vueltas en su cama hasta que empezó a amanecer.
Todo en él gritaba desorden, y culpó a su padre por el mal aspecto que lo recibió cuando se enfrentó al espejo. Cabello desordenado, grandes ojeras, y piel pálida y seca. Se ponía un poco de sangre encima y parecería un zombie.
Usualmente le daría igual su mal aspecto. Los fines de semana tendía a verse como un muerto en vida mientras deambulaba con pijama por la casa. Pero estaba cansado, no había podido volver a conciliar el sueño después de despertar, y aquello lo tenía de muy mal humor aquel sábado en la mañana.
A lo lejos, apoyado en la mesa de centro, su teléfono le exigía que lo revisara para ver si tenía nuevos mensajes, pero no hizo amago de cambiar de posición para tratar de tomarlo hasta que lo sintió vibrar continuamente.
Curioso, Minho trató de alcanzar su celular con uno de sus pies, abriendo la boca en un grito silencioso cuando el aparato terminó estrellándose estruendosamente contra la mesa de centro que su padre tanto adoraba, rebotando fuertemente con los bordes de esta antes de salir disparado al suelo.
No sorprendido por su falta de destreza, pero nervioso por el ruido, Minho dejó de lado su desayuno antes de arrodillarse en el piso alfombrado para buscar su teléfono, que había caído por algún lugar debajo del sofá, y una vez lo encontró, no pudo evitar notar que había algo más debajo del mueble.
Su celular pasó a segundo plano mientras trataba de estirar su brazo tanto como podía por el estrecho espacio que quedaba entre el sofá y el suelo, tocando el extraño objeto a tientas mientras quedaba prácticamente acostado en el piso para tener más alcance.
¿Qué sería? La señora Cho limpiaba la casa hasta hacerla brillar, poco le faltaba para barrer el techo, si se les hubiera extraviado algo, ella sería la primera en decirles.
Empujó levemente el sofá para poder estirarse mejor, sus dedos agarrando prontamente un pequeño objeto con forma alargada, y, más tarde que pronto, su padre abrió la puerta de su habitación, sorprendiéndolo.
─¿Minho?
Su voz rasposa le hizo saber que no había despertado hace mucho, aunque si durante el tiempo suficiente como para que ya no sonara somnoliento. Probablemente había despabilado cuando Minho botó su teléfono, decidiendo si regañarlo por el ruido o no antes de finalmente levantarse.
─¡Aquí! ─respondió desde su posición, sintiéndose inexplicablemente culpable mientras apretaba el objeto en su puño, escondiéndolo.
Intentó enderezarse rápidamente, sintiendo la necesidad de ocultarse sin saber muy bien por qué. Pero, en su apuro, Minho terminó por estrellar fuertemente su cabeza contra la mesa de centro, y, adolorido y avergonzado, se dejó caer al piso con una maldición escapándose de sus labios.
─¿Qué estás haciendo? ─le preguntó su papá con pereza, poco impresionado por su actitud mientras se arrodillaba frente a él.
Minho se limitó a gruñir en respuesta, ladeando levemente la cabeza para mirarlo con ojos entornados.
─Tenía ganas de echarme en el suelo ─dijo desganado, tratando de no rodar los ojos. ¿No podía preocuparse al menos?
─Anda, levántate y yo iré a traerte algo de hielo. No vaya a ser que te salga un chichón enorme con ese golpe.
Minho accedió con un murmullo inaudible, enderezándose lentamente hasta quedar sentado en lo que su padre se dirigía a la cocina. Cuando estuvo solo, llevó su puño frente a su rostro, tanteando lo que tenía dentro de este levemente antes de abrir la mano, confundido cuando se encontró con un labial.
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Dirty Dancing || MINSUNG (RESUBIENDO/EN EDICIÓN)
Fanfic𝘛𝘰𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘮𝘦𝘯𝘻ó 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘦𝘭𝘭𝘰𝘴 𝘦𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘩𝘢𝘣𝘪𝘵𝘢𝘤𝘪ó𝘯 𝘭𝘭𝘦𝘯𝘢 𝘥𝘦 𝘣𝘰𝘳𝘳𝘢𝘤𝘩𝘰𝘴, 𝘤𝘰𝘯 𝘶𝘯 𝘫𝘶𝘦𝘨𝘰 𝘵𝘳𝘢𝘷𝘪𝘦𝘴𝘰 𝘺 𝘶𝘯 𝘣𝘢𝘪𝘭𝘦 𝘤𝘢𝘭𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦. ••• resubiendo / en edición •••