Los tres niveles del reino/ Parte 1

219 43 61
                                    

Mientras la noche salía de su escondite, la niñera y el príncipe se veían obligados a convivir en un amistoso juego de póker, algo que aparentemente era lo único que ambos conocían.

No había pasado más que días desde la llegada del príncipe al mundo humano. Gea no había vuelto a presentarse ante ninguno, los dos seguían insultándose cada vez que se veían la cara.
El papá de Jazmine estaba bien, no necesitaba salir de su casa para trabajar. Gea fue generosa y le dio acceso a toda la casa, pero si ponía un pie fuera de esta seria apresado de una manera más cruel.

—Póker de Ases, gané —dijo Jazmine con una sonrisa.

—Que conveniente.

Adad ya no usaba su kimono negro con blanco, ahora usaba una camiseta blanca y un pantalón negro con el cual pasaba desapercibido entre los humanos, a excepción de que, a imagen de los humanos, él lucía como un chico albino gracias a su cabello, cejas blancas y su pálida piel.

Jazmine estaba nerviosa por todo el asunto de tener que enfrentarse a los Shingates en algún momento, pero aún más importante. Ella pensaba que los Dioses sabían de su mamá.

También empezó a pensar que su madre tuvo algo que ver con los Dioses en algún momento de su vida. La prueba era una historia que su madre le había contado.

Le contó sobre el supramundo de Freiani, reino de los Dioses sin cultura, todos los dioses que perdieron las ofrendas y fe de los humanos en la tierra tuvieron que irse del lugar al que una vez protegieron.

Los Dioses sin saber qué hacer, se conocieron en medio del mar entre todas las culturas. En medio del océano Atlántico. Fue ahí cuando cuatro dioses ofrecieron crear una nueva tierra, una tierra donde todos los Dioses serían venerados.

La condición era que ninguno podía tener templos para los humanos, ni biblias. Solo leyendas y libros que los humanos no interpretarían.
La Diosa suprema les ofreció un trato; que consistió en crear una nueva tierra donde escogería a un Dios de todas las culturas cada dos mil años para reinar a los demás Dioses.

Además de que debían tener a un representante por cada cultura, estos eran: Atabey, Diosa del mar, la luna y la fertilidad de los taínos. Quetzalcóatl, Dios del viento y el aire en la cultura mexica y maya. Kagutsuchi, Dios del fuego en la cultura japonesa. Por último, Gea, Diosa de la tierra en la cultura griega. Quien aparentemente era la reina de las nuevas tierras llamadas Freiani.

Con el fin de proteger su reinado la reina de los Dioses olvidados, gobernaban junto a una reina humana en la tierra nueva.

Todo iba bien, pasando desapercibida por todo el mundo, pero los Dioses no eran los únicos olvidados.

Tanto trabajo para los Dioses provocó que crearan a los ángeles. Los Dioses usaban los cuerpos humanos como recipiente para ellos y otros seres mágicos, los ángeles no eran la excepción.
El recipiente humano cayó en manos de reyes rebeldes del inframundo. Demonios hijos del fuego que hacían que parte del inframundo ardiera en llamas.

Extrañamente cuando Jazmine le contó lo que sabía a Adad, este se lo confirmó.

—Adad, ¿hay un Dios que me pueda decir dónde está mi madre? —preguntó Jazmine guardando las cartas del juego.

Adad miró al techo por un momento.

—Le podría preguntar a los Dioses del sol y la luna, pero no muchos de ellos me quieren, todos en el reino de mi madre me odian. Los Dioses de tierras hispanoamericanas no tanto.

—¿Por qué te odian?

—Irónicamente, aunque el Dios del fuego es pareja de mi madre Gea, los demás Dioses del fuego me odian, los rebeldes de sus tierras se convirtieron en demonios, poseedores del fuego.

AnafreiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora