El Dios del Fuego Kagutsuchi/ Parte 4

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La señora giró a ver a todos los de la habitación confundida, se levantó del sillón y caminó hacia Santiago acariciando su mejilla, el señor parecía haber recuperado su alma. Adad sintió como todo el vacío que tenía el señor en su corazón se comenzó a llenar, volviéndose cálido y afable. Incluso Adad llegó a sentir eso. Pronto Jazmine se unió al abrazo.

—Gea se enojará conmigo cuando se entere de esto, pero creo que ustedes tienen mucho de qué hablar —dijo Kagutsuchi, dando media vuelta para salir de la habitación.

Jazmine tomó asiento junto a toda su familia quien hizo lo mismo, Adad solamente observaba desde una distancia considerable de brazos cruzados. No estaba molesto, estaba contento de que su amiga había encontrado a alguien tan importante para ella.

—¿Qué haces aquí?, es decir... ¿Qué haces aquí! —preguntó la niñera sonriendo con nostalgia—. Estos diez años buscándote, estos diez años he pensado que jamás te volvería a ver.

La voz de Jazmine se oía quebrada, la mujer dio una pequeña sonrisa antes de hablar y explicar su ausencia todos estos años.

—Pasó hace tanto... Gea me prometió que los volvería a ver, pero jamás pensé que fuera cierto —habló la madre de Jazmine echándose a llorar.

Tapó su cara con ambas manos para evitar que la vieran llorar. Santiago acurrucó su cabeza en sus hombros, estaba devastado, pero al mismo tiempo se sintió completo. La Niñera, sin saber qué decir, se levantó y permaneció parada para escuchar a su madre, tenía muchas preguntas.

—Jazmine —habló la madre de la niñera—, es agradable ver que los poderes de las bendiciones funcionaron bien contigo. Cuando intentaron bendecirme a mí, se dieron cuenta que yo ya no era tan fuerte. Por eso Gea te buscó, aunque aún eras muy pequeña. Después del accidente de avión, a pesar de que los Dioses no deben entrometerse, Gea prometió salvarme a mí y a todos los demás si venía con ella para cumplir una promesa. El vuelo fue dado como desaparecido, los demás náufragos fueron encontrados en una isla dos años después, excepto por mí.

—¿Por qué Gea te desea?, es decir, no lo entiendo —preguntó Jazmine.

—La mayoría ve a los Dioses como un mito —empezó a narrar Ángela, como cuando le contaba historias a Jazmine de pequeña—, para nosotros es la verdad. Son seres en los que podemos confiar, y creer. El choque de culturas reescribió la historia de los Dioses, formando una nueva cultura llena de sincretismo. Ya te he contado todo eso, mi pequeña —mencionó cuando la vio a los ojos. Jazmine al ver a su mamá notó sus ojeras además del amor que le mostraba—. Lo mejor de nosotras es que no nos asusta estar involucradas, nos encanta demostrarle a los demás lo fuerte que es nuestra familia. Somos parte de una promesa, gracias a que Gea me salvó la vida, me temo que debemos ayudarle a cumplirla.

Adad se unió a la conversación en ese momento, acercó su cuerpo a ellos mirando a Jazmine, ambos recordaban la promesa que tenía que cumplir la misma sangre, la sangre de la descendencia de Jazmine.

—Se supone que todo volvería a su lugar cuando se cumpla, eso significa que usted no está aquí. Porque solo cuando aquella promesa de la que nadie nos quiere hablar se cumpla, su familia no volverá a ser una familia —mencionó Adad luego de reflexionar.

—Por lástima este apuesto chico tiene razón, pero si estamos hablando, eso te lo prometo mi niña —contestó Ángela acariciando la mejilla de su hija—, en realidad estoy en el templo de Gea, atrapada por un hechizo de reloj.

Santiago miraba sin entender bien lo que pasaba, pero ni un solo segundo aquel hombre de ojos cafés se separó de su mujer.

—Si no estás aquí, iré a buscarte. Iré al hogar de Gea —habló Jazmine decidida.

AnafreiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora