El caballero Shingate/ Parte 4

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—Miren, que ustedes no sepan cómo nacen los bebés no significa que yo quiera explicarlo —dijo la Maestra segura de no querer revelarlo.

—No es nada de eso —contestó Adad.

—Queremos hacerte unas preguntas sobre los elementos y sus usos —dijo Jazmine.

—Se directa, solo te dejaré hacer cuatro preguntas, así que adelante —habló Danaé empezando a caminar adentro de su casa.

Jazmine tomó aire antes de empezar a hablar para que su maestra la escuchara fuerte y claro, sabía que no era buena idea comenzar por lo extremo, por lo que decidió hacer conversación primero.

—¿Qué pasaría si quiero controlar el hielo?

—No, cielo aún no eres muy experimentada para eso, necesitarías proeza.

—¿Tú puedes hacerlo maestra?

—¡Siguiente pregunta!

—¿Puedo quitarle el oxígeno a alguien? —preguntó Jazmine dudosa, ya ni siquiera sabía qué estaba preguntando.

—¡Oh!, ese espíritu me gusta, tan temerario y lleno de sed de sangre —dijo Danaé haciendo un gesto malévolo en su cara—. Sí puedes, pero sólo funcionaría con humanos. A las razas mágicas solo las noquearías por unos instantes, siguiente pregunta.

—Eh... sí —Jazmine puso cara pensativa para después hablar en voz alta— ¿Por qué controlando fuego y aire puedo crear un rayo? ¿no debería permanecerle solo a uno?

—Se ve que no fuiste a clases de química. Mira los elementos divinos no son solo cuatro, la capacidad de controlar uno a la larga te da el poder de controlar todos. Naciendo nuevos subelementos como el rayo.

—Entonces, por ejemplo, con la tierra puedo controlar la lava, pero también podría con el fuego.

—Exacto.

—Tengo una pregunta más —Danaé observó fijo a su discípula— ¿Existen más elementos? —preguntó decidida a entender lo que quería Adad.

Jazmine al preguntar eso miró a Adad que estaba sentado en las escaleras mirando a la nada, perdido por lo que había ocurrido con Bastián en el castillo de Lysandro. Danaé no sabía que responderle exactamente.

—Bueno, como te dije son subcontroles que pueden nacer a partir del control principal.

—Debe de haber alguno que no, como la oscuridad —Danaé se sorprendió al oír eso, mirando a Jazmine tratando de que le explicara por qué lo nombraba—. Cuando nos fuimos de tu castillo nos encontramos con el caballero real Shingate, Caspian, creo.

—Bastián... —mencionó Danaé nostálgica— ¿Cómo está él? ¿Está bien?

—¿Adad?, lo veo un poco perdido, pero es porque nos atacó con la oscuridad. Tengo entendido que ellos roban energía, ¿pero eso significaría que la oscuridad es un elemento?

—¡Yo me refería a cómo está Bastián!, y sí, la oscuridad es un elemento que solo los Shingates tienen, también hay otro elemento que poseen los demonios reales, el espacio.

Jazmine sonrió al oír eso, sabía que tenía razón.

—Gracias maestra, pasaremos una vez más a tu biblioteca.

—¡No lo harán! —gritó Danaé asustando a sus discípulos.

Adad se levantó y se paró al lado de Jazmine tratando de entender qué estaba pasando. Danaé sonrió con los ojos temblando, parecía que quería llorar. Tenía miedo.

AnafreiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora