Conociendo el mundo humano/ Parte 2

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Adad abrió el espejo, lo que provocó un gran espectáculo de increíbles luces brillantes que poco a poco fueron formando la imagen de Gea. Los fragmentos de luz que salieron por el espejo lo convertían en algo extraordinario.

—Veo que se llevan muy bien, así que como ya estamos más calmados podré explicarte la misión —dijo Gea.

—Pensé que nada más era cuidar a este —habló Jazmine señalando a Adad.

Adad ignoraba a la niñera, no le importaban sus insultos, pero cuando veías la mirada que tenía sobre la chica reflejaba un increíble odio. Ambos, se mataban con la mirada. Gea lo notó y con una mirada seria, habló.

—Escúchame Jazmine, hay una razón por la que tienes que cuidar a mi hijo.

Niñera y príncipe se calmaron al oír eso, poniendo toda su atención a Gea.

—Adad, ¿le cuento yo o prefieres hacerlo tú?

—La verdad no quiero hablar de eso, no creo que sea necesario hacerlo.

Gea hizo una mueca al oír eso, le preocupaba su hijo.
La cara de Adad se transformó a una llena de resentimientos, todo por las palabras de la Diosa de la tierra.

—Hace mucho tiempo hubo una guerra entre demonios y Dioses. Los Shingates son seres malignos, subordinados de los demonios con la capacidad de robar energía vital y poderes divinos. En el supramundo en el que vivimos del reino de Freiani, cuatro Dioses somos los que dirigimos el reino. El poder elemental de los Dioses que me acompañan en mi mandato como actual reina son cuatro poderes divinos, aire, fuego, tierra y agua.
Solo ellos pueden robar esta fuerza, los Shingates. No los pueden ocupar, pero como ya dije roban su energía vital, los hace más fuertes —la reina Gea volteó a mirar a Adad—. Excepto por alguien como Adad. Mi hijo robó ese poder, cuando era un bebé.
Él no es un Dios, tampoco es por completo un Shingate, así que llámalo príncipe. Los Shingates quieren a Adad para robar su energía vital y ser capaz de quitarle los poderes a las personas bendecidas.
Hay Shingates escondidos en las montañas Senei, cerca de todo el supramundo, no es seguro para Adad. Tengo que encargarme de esto. Si Adad utiliza sus poderes hay más posibilidades de que los roben, no esta preparado para esta lucha, así que quisimos asignárselo a otra persona heredera de los guardianes, así el príncipe no estará en peligro.

Cuando Gea terminó de hablar a Adad se le veía molesto. La razón era que su madre no confiaba en él para protegerse de unos monstruos, y lo ponía bajo la protección de una humana.

—Eso es intenso pero, no le da derecho a obligarme. No sé nada de magia, usted solo apareció de la nada.

Adad al mirar a Jazmine, tampoco la soportaba.

—Yo no necesito una niñera, menos a una humana que no sabe nada sobre Dioses o demonios —dijo Adad señalando a la niñera.

—Señalar es de mala educación —contestó Jazmine pegándole con una revista en las manos, como un perro.

—Sin ofender Jazmine pero, es la verdad, no soy un niño —exclamó Adad.

—¡Basta!, hijo sabes que es necesario, te amo y no quiero que algo malo te pase.

El cariño que Gea le tenía era sincero, pero a la vez era malo. Siempre se preocupaba de más por su hijo, para ella había una razón que lo hacía especial, principalmente porque no era su hijo biológico.

—De acuerdo, pero ¿a ti tampoco te pasará nada? —preguntó Adad serio.

—Eso es todo.

Gea aplaudió y las luces brillantes que formaban la ilusión de la Diosa Desaparecieron.

AnafreiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora