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Despierto sobresaltada en medio de la oscuridad; alguien está diciendo mi nombre.

El espejo, la voz proviene del espejo.
Se trata de una voz que me llama de manera burlona, cínica, como si quisiera provocarme.

Al menos al principio, pues poco a poco su tono de voz se va volviendo más neutro, hasta llegar a la timidez.

Me acerco lentamente y la voz se detiene.
Ha repetido mi nombre solamente ocho veces: Verónica.

Nunca llegan a la novena.

En el fondo les aterra comprobar que soy real...

Cuentos para monstruos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora