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Se escucharon gemidos en la habitación.

La mujer quiso creer que lo había imaginado, pero no podía quedarse con la duda.

Avanzo despacio en direccion al cuarto, rogando haberse equivocado.

Abrió la puerta lentamente, y encontró a su esposo y a su amante tendidos en la cama.

Ambos estaban gimiendo, moviéndose con dificultad, haciendo su ultimo esfuerzo por sobrevivir.

«Vaya, no me equivoqué», dijo la mujer

Luego se sentó en la cama, y esperó a que ambos terminaran de desangrarse.

Cuentos para monstruos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora