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El abuelo coloca la mano sobre los labios de la niña.

-Shhh... tranquila nena, tranquila- dice en voz baja.

La pequeña niña no deja de temblar. El miedo le recorre el cuerpo.

-No hagas ningún ruido. No quieres que la abuela se de cuenta, ¿verdad?- continúa diciendo con los labios muy cerca del oído de la pequeña.

-Ella no debe vernos, sabes lo que pasará si nos ve. Debemos ser muy silenciosos.

Y mientras el abuelo y la niña están temblando bajo la mesa de la cocina, la abuela recorre la casa con un hacha en la mano.

Parece desorientada, su mente la ha traicionado de nuevo.

Esta buscando (según ella) a dos intrusos que se metieron a su casa...

Cuentos para monstruos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora