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Hay un hombre en la habitación.

Puedo sentir el peso de su mirada incluso en la densa oscuridad.

Avanza lentamente, se acerca poco a poco a mi.
Intenta tocarme y yo me sacudo violentamente.

El retrocede y veo como empieza a alejarse.

Por fortuna, me doy cuenta de inmediato de sus intensiones y, rápidamente, antes de que el hombre encienda la luz...
vuelvo a convertirme en un montón de ropa sobre la silla.

Cuentos para monstruos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora