El otro futuro

Tercera Noche

La cena terminó y el Gran Comedor se vacío. Luna y Theo decidieron ir a la biblioteca y hablar sobre ellos dos. Sus hijos los siguieron sin que se dieran cuenta, querían saber lo que hablarían.

- Entonces... - habló la rubia - Vamos a tener tres hermosos hijos juntos, ¿No es eso maravilloso? - preguntó ilusionada.

- Solo si te gusta que nuestra hija salga con ese chico, Crux - dijo Theo celoso.

- Ay, por favor, superalo - susurró Helen desde su escondite.

- Creo que exageras un poco - le comentó Luna - Además, creo que serán muy felices - sonrió.

- Así se dice mamá, gracias - Helen sonrió.

- Pero, ¿Y si él le rompe el corazón? - preguntó Theo preocupado.

- No creo que sea así, algo me dicen que ellos serán muy felices, como nosotros dos - respondió Luna sonriendo - Solo espero que los narggles no roben sus cosas - dijo haciéndose una trenza.

- Felices como nosotros dos... - repitió Theo con una sonrisa - Me agrada esa idea - la miró.

- Theo, ¿qué somos? - preguntó Luna después de unos momentos.

Theo la observó y pensó bien su respuesta. Estaba seguro que quería empezar una relación con ella, pero no quería que fuera simplemente porque en el futuro se iban a casar y tener hijos, él quería que fueran despacio, y que primero se enamoraran.

- Luna - la llamó - Te seré sincero, no pensé que me casaría contigo, pero... Me gustas - confesó - Me gustas desde hace tiempo y no soporto que alguien te llame Lunática, cuando en realidad no lo eres, eres una chica muy especial y única, eso me encanta - sonrió.

- Gracias Theo y tu también me gustas - dijo Luna sonrojada.

- Quiero que esto vaya bien, quiero ir despacio, conocernos y enamorarnos, antes de dar el siguiente paso y tener hijos, quiero estar a tu lado desde ahora - le dijo el chico.

- Quiero lo mismo, quiero tener una cita, antes de ser algo - le sonrió la rubia.

- Bien, tendremos una cita mañana, en el descanso - le devolvió la sonrisa.

- De acuerdo - respondió Luna feliz.

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- ¡My little pony, my little pony! - cantaban Cami y Sarabi corriendo por la sala común de Gryffindor.

- Si vuelven a cantar esa canción, me asesino ahora mismo - dijo Sirius irritado.

- Es linda, aunque llega a ser irritable a partir de cierto momento - dijo Ginny viendo cómo sus hijas volvían a cantar la canción.

- Papá, mamá - los llamó Iman - Creo que ya me debería de llevar a las niñas para que duerman - sonrió algo cansada.

- Esta bien, cariño, tu descansa, tu padre y yo nos haremos cargo - le dijo Ginny con una sonrisa.

- ¿Seguros? - insistió Iman.

- Si, tu tranquila, nosotros podemos - insistió su madre.

- De acuerdo - aceptó la chica no tan convencida - Buenas noches, hasta mañana - se despidió.

- Ginny, hermosa - la llamó el hombre - ¿Tienes idea de que debemos de hacer? - le preguntó.

- Sinceramente no, pero quiero que Iman descanse, y además, nosotros somos los padres - le respondió la pelirroja.

- Entonces, ¿Qué sugieres hacer? - le preguntó preocupado tratando de que sus hijas no rompieran nada en la sala.

- Pues... Podríamos preguntarle a Remus y a Jennifer, ellos igual se encuentran en la misma situación que nosotros - sugirió la chica.

- Bien, vamos a ver a Lunático - respondió Sirius.

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Nala lloró fuertemente abrazando a su padre. Estaba saltando en la cama, cuando dio un paso en falso y se cayó al suelo, golpeándose su cabeza. Ahora, no dejaba de llorar mientras su padre trataba de calmarla.

- ¡Aquí está! - exclamó Jennifer entrando a la habitación junto con su otra hija. - La señorita Pomfrey dice que con un sorbo puede calmarle el dolor y que le pongamos un poco de este ungüento para hacerlo más eficiente - explicó enseñando la poción.

- Bien - respondió Remus - Nala, amor, tienes que tomar esa pequeña poción, así tu cabeza dejará de doler - le habló dulcemente.

- ¡No! - exclamó la niña.

- Dásela como si fuera jugo, es la única forma de que toma los medicamentos muggles, al igual que las pociones - le susurró Isabella a su madre.

- Gracias linda - le sonrió Jennifer buscando el vaso de su hija y dándoselo.

Un golpe en la puerta, llamó la atención de todos. Isabella se acercó a abrirla y afuera se encontraban Sirius y Ginny, junto a sus hijas.

- Hola, linda, ¿y tus padres? - habló Ginny.

- Ahí - señaló a sus papás.

- Lunático, ayuda - le suplicó Sirius mientras sus hijas se abrazaban a sus piernas.

- Mucha suerte, Sirius - se burló su amigo.

- ¡Lupin! - se quejó Sirius ofendido.

- No se como dormirlas, ayuda - habló Ginny separando a su hija más pequeña, de las piernas de su padre.

- Bueno - empezó Jennifer - Cada niño es diferente, Nala se duerme rápidamente, sólo le leemos y ya - explicó.

- Traten de leerle y sino funciona, siempre es bueno un hechizo adormecedor - aconsejó Remus.

- ¡Remus! - le reclamaron las dos chicas.

- ¡Gracias por la idea Lunático! - exclamó Sirius cargando a su hija y saliendo de la habitación.

- ¡Sirius no lo hagas! - le gritó Ginny corriendo detrás de él junto con su otra hija.

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Harry caminaba por los pasillos del castillo. No dejaba de pensar en quien sería la futura madre de sus hijos, y si de en verdad funcionaría su relación. Él se la imaginaba de ojos verdes con cabello negro, casi como el de él, pero también había una posibilidad que fuera rubia de ojos azules, pero estaba seguro, que sería la primera opción.

Pansy Parkinson caminaba en dirección contraria a la de él, mientras leía un libro. Pero la chica no podía concentrarse en él, su mente daba vueltas sin parar. Ella quería saber si en ese grupo de chicos del futuro se encontraba algún hijo suyo, pero estaba segura de que eso no sucedería, nadie la amaría lo suficiente como para casarse y formar un familia con ella.

Los dos chicos caminaban sumidos en sus pensamientos, pero cuando sus caminos se encontraron, ambos alzaron sus cabezas al mismo tiempo y sus ojos se conectaron, y fue como si el tiempo se detuviera. Se miraron a los ojos por varios segundos, hasta que un prefecto de Ravenclaw apareció y los mandó a sus respectivos dormitorios, y con una última mirada, se alejaron con una sonrisa.

Ella será la madre de mis hijos pensó Harry.

Él es el correcto pensó Pansy.