Capítulo XXXVI: "El Poder"

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Los tacones de la diosa de la muerte resuenan en las entrañas de Helheim. La escasa luz que penetra al subsuelo difícilmente deja distinguir las escaleras que bajan, esculpidas en la roca. El cráneo que pateó arriba, en su salón del trono, al fin detiene su descenso en un claro de luz fantasmagórica, mismo en el que se detiene Hela, debajo de una antorcha de flama azul verdosa, clavada en la pared de piedra, al pie de los escalones.

La diosa pelinegra, espada en mano, se adentra en la gigantesca cámara inexplorada. Escucha susurros. "¿Quién es ella?" "Es hermosa." "Hace mucho ruido." "¿Cómo se llamará?" Hela enfoca su mirada, pero no aprecia figuras sólidas. Un reflejo lineal juguetea en las paredes de roca. Es producto del contacto de la luz de la antorcha con el filo de la necroespada Souruhanta, la Cazadora de Almas. La diosa pelinegra aprovecha el reflejo de luz para ver mejor el recinto que acaba de descubrir.

Es una cueva. Las paredes son de piedra rugosa. En el centro, emergiendo del techo, hay una estalactita de gran grosor, de la cual cae una gota cada cierto tiempo. El líquido proviene del espejo de agua mágico que está frente al trono de cráneos y huesos en la parte superior. Debajo de la enorme estalactita hay otro espejo de agua, de diámetro diez veces mayor pero de menor profundidad que el de arriba. Lo turba cada gota que en él cae.

La diosa pelinegra se acerca al espejo líquido. Dentro del círculo de agua hay imágenes translúcidas de diversos individuos de los Nueve Reinos: guerreros de Vanaheim, gigantes de hielo de Jothunheim, elfos claros de Alfheim y varias criaturas de Midgard. Las almas, porque Hela entiende que eso es lo que ve, navegan en círculos, sin rumbo.

La diosa de la Muerte toca el agua con la punta de su necroespada, lo que provoca que las almas se alteren. El espejo brilla. Un alma se aferra de la espada para salir. La diosa pelinegra retrocede un paso y retira la punta de su arma. Nota cómo el alma es absorbida por la espada con un grito de lamento. La energía del alma pasa a través del mango de la espada hacia el brazo derecho de Hela. Ella cierra los ojos e inhala profundo. Después vuelve a abrir sus ojos, exhala y sonríe gustosa. "Justo lo que necesito", piensa, y retrae su espada. El alma salta del brazo derecho de la diosa de regreso al agua. Hela pasa sus manos por su cabello, haciendo aparecer su impresionante cornamenta de múltiples puntas.

-Mi nombre es Hela- le dice con firmeza a las almas del espejo de agua, las cuales dejan de susurrar. La diosa pelinegra se coloca de tal forma que la luz de la antorcha resalta su figura. Su cornamenta brilla como si fuese una corona- Soy la primogénita de Odín, Rey de Asgard. Se me ha otorgado este reino para guiar a las almas en contra de los enemigos del Reino Dorado- Hela vuelve a invocar su necroespada Souruhanta, la Cazadora de Almas- ¡Ahora crearé algo hermoso para llevar la paz a los Nueve Reinos y eliminar a todo aquel que se me oponga!

La diosa de la Muerte sumerge la tercera parte de su necroespada en el borde del espejo y da un tajo rápido, creando una grieta en el suelo, por la cual corre el agua, ahora brillante, de las almas. Algunas de ellas quedan aprisionadas en la espada. Después, Hela introduce la punta de su espada en la grieta y amplía el corte con otro tajo, en dirección a una de las paredes de la caverna. El movimiento del líquido va iluminando la grieta con la energía de las almas conforme se extiende. Cuando la grieta topa con la pared rocosa, asciende y derriba una parte del muro natural. Al otro lado del hueco se distingue una infinidad de estrellas.

En el reino de Svartalfheim, Malekith camina por su sombrío palacio con su elfo guardaespaldas, Kurse. Sin previo aviso, el rey de los elfos oscuros y su elfo guardián perciben un sismo y escuchan un prolongado grito de lamentos, que se apaga conforme va cesando la vibración del piso.

-Mi señor- dice Kurse, angustiado.

-Prepara nuestros ejércitos- le ordena Malekith mientras toma rumbo hacia el salón del trono-. Invocaré al Eather. Si son tan estúpidos como para venir aquí- el elfo Maldito gira para ver a Kurse a los ojos- lanza el Grito de Guerra para liberar todo el poder de Svartalfheim.

Heredera de AsgardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora