Capítulo IX "¿Le ha blandido?"

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-¡Yo no quería venir aquí en primer lugar! -le digo molesta a Loki mientras me levanto y le doy la espalda al hombre de cabello canoso que está sentado en el trono. Después me volteo para mirar al dios de la travesura –¡Además, te ayude con el cubo rojo! -digo apuntando a mi pecho –Y... y... ¡Golpee al gigante elfo también, protegiendo al hombre de los rayos!

-"El hombre de los rayos" -Loki rie por lo bajo. Mira a su hermano Thor con una sonrisa -Debería llamaros así a partir de ahora.

-Cierra la boca, Loki –dice Thor, serio.

-¡Traerla fue vuestra idea! –arremete Loki-. Yo os sugerí borrarle la memoria, ¡pero ah, no! ¡Siempre se hace lo que vos decís!

-¡Bien sabéis cuál es la razón por la que ella está aquí, hermano! –responde Thor, molesto, sujetando a Loki por la solapa. Loki aparece una daga en una de sus manos, con el filo corriendo por su antebrazo, para ocultarla.

La mujer ríe ante la situación. El hombre canoso se levanta del trono y golpea el piso con la base del asta de su lanza. El sonido que produce es tan fuerte que detiene la discusión entre Thor y Loki. Yo lo volteo a ver, esperando que en cualquier momento me echen de ahí.

-¿Quién le ha traído? -pregunta con autoridad el portador de la lanza dorada.

Thor y Loki se señalan mutuamente, culpando al otro.

-¡Qué inmaduros! -dice la mujer de cabello negro. Ríe y desvía su mirada.

-En realidad he sido yo, padre –dice Thor, soltando a Loki y acercándose al trono. El padre de Todo se dispone a objetarlo, pero el dios del trueno le interrumpe-. He tenido un muy buen motivo para ello.

-Eso espero -dice el Padre de Todo, sentándose de nuevo en el trono-. Entregadme el Eather y dejadnos solos.

Loki levanta uno de sus brazos; en su mano aparece el Eather, todavía atrapado en el cubo. A una señal del Padre de Todo, un par de guardias, armados en oro, entran al salón del trono y llegan hasta Loki. Uno de ellos toma el Eather y ambos voltean hacia el rey de Asgard, esperando instrucciones.

-A la bóveda -ordena el Padre de Todo.

-Sí, su majestad -dice uno de los guardias. Ambos dejan el recinto.

El Padre de Todo hace otra señal con su mano a los Tres Guerreros, a Loki y a la mujer de cabello negro, quienes dan media vuelta para retirarse del salón. La mujer me mira fijamente antes de irse. El miedo vuelve a mí con su mirada. Loki no se va sin antes susurrarle a Thor "Te lo dije", a lo que su hermano le contesta "¡Cállate!" Loki ríe ante las palabras de su hermano y deja el salón del trono junto con los demás.

-Y bien -dice el Padre de Todo -Te escucho, hijo mío.

-Ah... -empieza a hablar el portador del Mjolnir. Thor y yo nos miramos. Luego él mira a su Padre, el cual espera impaciente una respuesta. Su rostro no refleja un ánimo amistoso.

Afuera, en el corredor, los Tres Guerreros, Loki y la mujer pelinegra caminan rumbo al gran comedor.

-Esa batalla sí que me ha dejado hambriento –dice Fandral.

-Muero de ganas por comer un pedazo de cordero y beber algo de aguamiel –dice Hogun.

-Yo comeré hasta que no haya más en las bandejas –remata Volstagg.

Tan entretenidos van en su plática los tres grandes amigos, que no se percatan de que Loki y la mujer de cabello negro se desvían por otro pasillo y entran a una habitación.

-¿Ustedes qué comerán? -pregunta Fandral, volteando hacia atrás para dirigirse a Loki y a la mujer de tez pálida. Al no verlos detrás suyo, se detiene. Sus otros dos amigos también voltean y paran su marcha. Los Tres Guerreros se miran entre sí.

-Algo planean –dice Hogun, serio.

-La mirada de Hela sobre la pequeña midgardiana me preocupa –dice Fandral.

-Solo espero que el Padre de Todo sea benévolo con ella y con Thor -agrega Volstagg.

-Hemos de esperar, amigos míos -dice Fandral.

Los Tres Guerreros dan un gran suspiro al unísono.

-Si de esperar se trata, ¡esperemos en el comedor! –dice Volstagg, señalando al frente.

Fandral y Hogun ríen. Los tres siguen su camino hacia los más suculentos platillos asgardianos.

En el salón del trono, Thor mira a su padre. El Padre de Todo no me quita los ojos de encima. Yo le sostengo la mirada, expectante. Siento que hice algo extraordinario, pero no sé qué pudo ser.

-¿Le ha blandido? –pregunta el Padre de Todo con interés, a su hijo, sin quitarme la vista de encima.

-Con fuerza, padre; como si hubiese sido hecho para ella. Por eso la he traído ante ti.

-Suena impresionante, dicho de ese modo –Odín vuelve a mirar a Thor-. ¿Seguro estáis que no ha sido una ilusión de vuestro hermano?

-No creo que la magia de mi travieso hijo pueda sobreponerse al hechizo que habéis impuesto sobre el Mjolnir, rey mío –dice una distinguida mujer que entra al salón del trono.

La recién llegada porta un largo y elegante vestido azul con detalles en plata y un pectoral. Su cabello es también muy largo, rojizo, peinado de chongo a modo de no tocar el suelo.

-Hola, hijo amado -le dice la noble dama al dios del trueno, dándole un gran abrazo que él corresponde, gustoso.

-Es bueno verte, madre -dice Thor, feliz.

-¿Madre? -pregunto curiosa.

-Thor es uno de mis hijos -me dice ella, sonriente -Soy Frigga, reina de Asgard –agrega, saludándome con un leve movimiento de su cabeza-. Supongo que ya conocéis a mi otro hijo.

Le correspondo con una torpe reverencia. Nunca había visto a una reina o a un rey; no sé cómo comportarme delante de ellos.

-Sí, señora, ya lo conocí –le contesto-. Me parece que es demasiado mentiroso -agrego, pero me cubro la boca con rapidez, con la mano, al darme cuenta de que dije algo que seguramente no debí haber dicho. ¡Siento que soné muy grosera! Mis mejillas se tiñen de rojo.

Lady Frigga, Odín y Thor ríen de buena gana.

-Dejadnos conocer mejor a tan sincera midgardiana, hijo mío -dice Odín, más animado -Podéis retiraos. ¡Id! ¡Gozad vuestra victoria en el salón comedor! ¡He mandado cocinar los mejores platillos!

Thor ríe.

-¡A estas horas, Volstagg ya habrá acabado con todo, padre!

-Entonces pediremos otra ronda –dice Lady Frigga.

Los tres vuelven a reír y me uno a ellos, contagiada de su risa. Thor me mira, satisfecho, y se retira.

Me quedo sola con los reyes de Asgard, en el salón del trono. Vistos así de cerca lucen imponentes, pero ahora me parecen muy amigables. Ellos me invitan a pasar a una magnífica terraza, a la que se llega cruzando una puerta ubicada allá, en el muro del fondo, detrás del trono.

En la terraza, a la sombra de un frondoso árbol, hay una mesa mediana, dorada y redonda, cuatro áureas sillas acojinadas y una increíble vista panorámica de la ciudad de los dioses.


Heredera de AsgardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora