¡Pequeñas historias de amor, desamor, humor, y más, con los personajes de tus caricaturas favoritas! (xLectora ♀)
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Una muy dulce chica sumergió con cautela su suave mano acaramelada dentro de la tina de baño para sentir la temperatura de la leche. Estaba cálida, justo en el punto exacto y estaba lista para que la muchacha se sumiera del el líquido sin que derritiera ninguna parte de ella. Una vez dentro de la tina, comenzó a pasar sus manos por su cuerpo para limpiarse hasta finalmente llegar a la parte más importante y la razón por la que se daba tal baño de lujo: su cabello. Tomó un cepillo y, empapado con la dulce leche, procedió a peinar su cabello de chocolate asegurándose que cada parte de éste se mezclara por completo con el líquido lechoso.
En un día como cualquier otro simplemente iba por la vida con un peinado al chocolate natural, ya que el menjurje era más fácil de hacer. Simplemente tostaba granos de cacao y los molía rápidamente para después echarlos al agua semi-caliente. El sabor que quedaba en su cabello no era para nada dulce, de hecho el chocolate natural era algo amargo, por lo que a varios de sus amigos y ni a ella misma le gustaba probar ni un poco de su 'pelaje'.
Pero esta era una ocación especial. Al finalizar su baño su cabello quedó espeso como un chocolate a medio derretir, estaba perfecto. Se vistió con un vestido de crema de avellanas y se puso en marcha al castillo del príncipe. Pronto fue recibida por su mayordomo Caramelo de Mantequilla quien la guió hasta el patio. El lugar estaba completamente alfombrado de diversas flores de color rosa claro que combinaban con el cielo azul despejado, bajo un frondoso árbol de algodón de azúcar el Dulce Príncipe ya alzaba una mano al aire saludando a su cita mientras acomodaba las últimas cosas en la mesa.
—Llegaste temprano —dijo con una sonrisa al acercarse a ella—. Mhm...
El chico de color rosa se inclinó hacia ella oliendo con detenimiento su escencia.
—Déjame adivinar, chocolate con leche y crema de avellanas con azúcar. Mi combinación favorita.
—¿Cómo supiste? —preguntó la chica con un poco notorio sonrojo por la proximidad del Príncipe.
—Digamos que los chocolates que preparan tus padres son de mis favoritos.
Así era como había conocido al Dulce Príncipe. Su familia tenía una pequeña tienda de chocolates a la que su majestad iba para comprar sus sabores preferidos para hornear deliciosos postres. Generalmente era su mayordomo quien hacía los mandados, pero una de esas veces que decidió apersonarse él mismo al local, no solo consiguió las cajas de los dulces que tanto le encantaban, había sido flechado por la chica de cabello de chocolate quien ese día se encargaba de atender la caja registradora de la tienda.
Desde ese día, el Dulce Príncipe honraba a su familia con su presencia las veces que le tocaba trabajar a la muchacha. Pero por supuesto, no iba solo a comprar y se marchaba, también llevaba una cajita con los postres que hacía para ella y sus padres y conversaba por un rato, hasta que un día el Príncipe decidió por fin hacer el movimiento y la invitó a una cita, lo cual los llevaba al día de hoy.
—Aquí tienes —entre carcajadas y después de comer el exquisito almuerso que el Dulce Príncipe había preparado por sí mismo, su majestad sacó una rosa de color blanco del jarrón que estaba en el centro de mesa y se la colocó en el cabello—. Se te ve preciosa.
—Gracias... —dijo con la voz un poco baja por la timidez que sentía.
—(TN), creo que ya te imaginarás la verdadera razón por la que te cité —comenzó a hablar; cubrió las manos de la chica con sus propias manos y la hizo pararse justo al lado del árbol frondoso de algodón de azúcar—. Sé que no es necesario que te diga ya que ha sido bastante claro desde el primer día —continuó con una voz gentil sin dejar ir sus manos, la joven solo atinaba a verlo y escucharlo con atención—, pero quería decirlo en voz alta ante ti... Estoy enamorado de ti y realmente me encantaría que algún día fueras la princesa de este dulce reino. Pero lo primero es lo primero, ¿aceptarías ser mi novia?
La joven muchacha de chocolate inhaló en sorpresa al terminar de escuchar su confesión. Era verdad que ambos ya estaban enterados de los sentimientos que albergaban, era bastante obvio por sus conductas, pero nunca esperó oírlo de viva voz y menos aún pensó en que tuviera la oportunidad de ser su princesa. Finalmente esbozó una amplia sonrisa y asintió reiteradas veces con la cabeza.
—Por supuesto que sí.
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Perdón por tardar tanto en actualizar aquí, tengo como proridad el libro de Anime y se me va la inspiración. Pero intentaré actualizar más por acá en vacaciones de verano. (ง ื▿ ื)ว
