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La brisa a veces era fría, te golpeaba con fuerza hasta que en cierto punto comenzaba a ser asfixiante y te dejaba inmóvil en tu lugar, como si la naturaleza misma te quisiera dar una lección por todos aquellos malos pensamientos que has tenido a lo largo de tu vida.

Pues había una cosa que algunos llamaban rencor, y eso era lo que Seonghwa sentía en su interior cada vez que despertaba y dejaba de soñar. Sentía esa brisa fría contra su cuerpo paralizado por el temor, haciéndole perder todo tipo de contacto con la realidad y la imaginación; haciéndole caer en un llanto constante, que no se iba hasta que se quedaba dormido sin saberlo del todo.

Su propia mente le jugaba malas pasadas... Más cuando ésta se encargaba de hacer que sus pesadillas fuesen más horribles cada vez.

Como esa en donde era aplastado por un montón de gente, como si éstas estuviesen andando en círculos sin percatarse de que él estaba ahí, o aquella en donde era víctima de un accidente de auto, terminando con vidrios incrustados en su cuerpo, mientras se desangraba y despertaba cuando ya su cuerpo estaba desfalleciendo.

Habían cosas que le asustaban, como el sonido del viento helado que fluía fuera de su habitación, los sonidos extraños que creaba el techo o el suelo, cualquier cosa pequeña le hacía saltar en su lugar y sentirse patético como una opción tentadora.

Si fuese alguien valiente, con una determinación fuerte y audaz, seguramente no estaría en esa situación.

Siendo atacado por sueños... Ja, había escuchado de personas que caían bajo, pero su caso era el colmo.

Cada vez le fastidiaba más, hasta que el maldito sentimiento de querer dormir y jamás despertar, se hacía presente... Hasta que las ideas se formaban en su mente y le hacían preguntarse, ¿Será que ya puedo acabar con todo esto de una vez? ¿Puedo irme por cuenta propia, sin esperar que el destino decida lo que quiera hacer? Porque ya no lo soportaba, lo odiaba y detestaba que siempre fuese la misma rutina.

Gritar no era una opción... Tal vez, porque no se ha dado la oportunidad de soltar su frustración, ni siquiera estando en completa soledad, se desquitaba con su propia piel, pero no era suficiente. Porque deseaba morir, deseaba con todas sus fuerzas que algo horrible le pasara de una vez para dejar de existir.

Pero, ¿Cómo podría hacer que su muerte fuese maravillosa? Si siempre soñaba con ella.

•️ੈ۪۫✦‧₊٬٬𖧧 ❜──────────

El día viernes de aquella semana pasó tan lento que le costaba mantenerse despierto. Estaba sentado en aquella silla, en un lugar de paredes blancas con cuadros hermosos y piso de mármol bien pulido y elegante, pero en un asiento incómodo.

Quería dejar de quejarse tanto y afrontar la realidad, esa que le gritaba con todas sus fuerzas que estaba haciendo algo diferente por... ¿Décima vez? En el mes, claro, sin contar que las experiencias anteriores giraban entorno al hombre que tenía frente a él, mostrándose serio mientras que la mujer pelirroja tomaba las medidas de su cuerpo.

Sí, podría decir que estaba agradecido por estar en un escenario nuevo, pero a su vez, conocido. Sentir que podría acostumbrarse a algo así era tan lejano, pero aún con eso, no perdía la esperanza.

Su madre le había informado el día anterior que debía ir a tomar las medidas para el traje que usaría en el matrimonio de Seungwoo, ya que ella le veía más delgado que la última vez que se hizo un traje entallado; y que le quedaría grande si lo confeccionaran de aquella manera, por que no pudo refutar, salir le haría bien.

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