O12 ( PT. ONE )

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No te dejes intimidar, no bajes la guardia, no digas nada sin pensar... Sonríe, actúa con naturalidad y no lo olvides, eres un príncipe, mantén la frente en alto.

Era increíble que luego de cinco meses, se haya olvidado de ese mantra hasta ese momento, ni siquiera tenía muy en claro porqué fue que se le vino a la mente tan de repente. Quizás era porque estaba mirándose en el espejo fijamente, o porque estaba más ocupado en buscar imperfecciones que en cuidar de sus pensamientos.

La realidad le golpeaba tan duro algunas veces que le parecía abrumador, su vida había dado un giro tan inesperado que estaba comenzando a creer que jamás volvería a ser lo mismo. Habían sucedido tantas cosas... Aflorado tantos sentimientos, sin pensar que podría sentirlos y transmitirlos... La realidad, ella era sofocante.

Así como se imaginaba a la muerte como una mujer triste de labios carmín, a la realidad la asemejaba como una niña rubia de ojos azules. Porque ella podía ser cruel e inocente sin la necesidad de ser grande. Por más pequeño y simple que fuese ese golpe, más abrumador se sentía, más asfixiante. Tal vez sonaba confuso, pero cuando se ponía a reflexionar era algo como eso.

Tomar largas y profundas bocanadas de aire le hacían saber que estaba vivo, que estaba día tras día viviendo nuevas experiencias. Dejando de lado la cruda monotonía de esa absurda agenda, las visitas a la biblioteca se habían ido al igual que las tardes dibujando nubes deformes en un cuaderno viejo y de hojas arrugadas. Todo era más... Llevadero, claro, si es que así se le podía llamar.

Explicar su situación sería como ver a un perro persiguiendo a su cola constantemente. Pero lo intentaría, y era que ese cambio drástico en su vida se debía a una persona, a lo que pudo lograr gracias a la insistencia que teñía a sus palabras cada vez que abría la boca. El como una mirada lograba que su corazón se detuviese y luego enviara grandes cantidades de sangre caliente a su rostro, dejándole vulnerable.

A eso se refería, al cambio de emociones. Todo era fuerte, hecho con decisión.

Pensaba a veces que sus pesadillas se habían visto opacadas por ese sentimiento cálido en su pecho.

Porque las pesadillas eran como unas nubes deformes y grises sobre su cabeza, y rompían su corazón en miles de pedazos, con cada una de ellas se veía menos su luz; lo que podría hacer y sentir.

¿Todo eso lo estuvo opacando una niebla espesa y miedos latentes? ¿De verdad lo único que podía hacerle dormir tranquilo era tener en su mente a ese ser? Choi San era como un atrapa sueños, así podría describirlo.

En el espejo podía ver a alguien que había sufrido durante toda su vida por esas pesadillas llenas de sangre y sufrimiento, una persona con el corazón destrozado que pensaba, el amor era algo que constaba de la suerte. Pero al verse bien en esa instancia, sabía que algo había cambiado para bien.

Porque en sus labios había sonrisa tan pequeña, pero era provocada por la imagen mental del mayor, escuchar su voz melodiosa y levemente gruesa diciéndole cosas lindas o, en su defecto, absurdas y desesperantes. No sabía cómo era que podría calificarlo, pero le gustaba mucho que así fuese. Tener presente esa... Sensación de que había algo que le hacía sentir mejor, era bueno.

Pero luego recordaba la frase, y recapacitaba un poco.

Porque el amor era algo que se notaba, podría ser doloroso si no sabías como manejarlo. Veía de vez en cuando a su hermana Siyeon hace años, llorando desconsolada y diciendo que el amor para ella era como un golpe duro en el pecho... Le ponía a pensar, le daba miedo pero no podía ignorar que se sentía bien, que le gustaba tener la respiración limitada y la mente abierta hacia cualquier cosa que fuese dicha o hecha con calidez.

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