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La noche estaba cayendo tan oscura y fría que cuando una botella nueva de cerveza se le fue entregada en sus manos, miró con desgano hacia ella, suspirando y dándole un gran sorbo. Captando las miradas de sus amigos, quienes se mostraban bastante interesados en saber qué era lo que le mantenía tan... Pensativo y obstinado como un perro rabioso.

Jongho era el principal, no aguantaba la incertidumbre por saber qué era lo que pasaba, Wooyoung en cambio, sí quería enterarse del chisme, pero estaba más ocupado en terminar de contar los billetes que en ver las caras llenas de molestia que Choi San estaba haciendo.

Y es que no lo soportaba, sentía un gran vacío en el pecho que no le dejaba respirar con normalidad, sentía sus manos sucias por lo que hacía, su mente tan ingenua que creía que todo eso iba a ser tan fácil... No se imaginaba que su conciencia tuviese un remordimiento tan pesado y enorme que le dejaría en ese estado tan deplorable.

¿Cómo se supone que podía seguir con esto... Estando así?

Se sentía débil y cobarde, tembloroso y asfixiado como el maldito ciervo asustado del que Seonghwa tanto hablaba. No entendía cómo era que ya había sido devorado por el león, pero al parecer, había salido a flote otra faceta que no creyó, pudiese tener.

Le causaba mal estar, tenía náuseas pero aún así no podía dejar de beber y fumar como si fuese un maldito don nadie.

—Oye, ya.— Jongho se dejó caer en el sillón junto a él, sin importarle que sus pies estaban ahí. Aplastándolos y dejándole en un estado de incomodidad inmenso. —¿Se puede saber qué carajo te pasa?— San rodó los ojos, empinándose la botella y bebiendo de grandes tragos, terminándola en menos de lo esperado.

Gruñó y dejó la botella olvidada en el suelo, haciéndola rodar. El escenario de las noches anteriores se repetía en bucle y eso le tenía agobiado. Jongho estaba perdiendo la paciencia, era una persona con muy poco temperamento y no podía controlarse si se enojaba, sabía que su primo era un idiota pero joder, le gustaba que le respondieran en el mismo instante.

Le golpeó en la pierna para hacerlo reaccionar y escuchó el quejido ahogado del mayor.

—Jongho, no seas malo.— Wooyoung bufó, dejando el dinero contado dentro de una bolsa de papel y luego la amarró con una liga, dejándola sobre la mesa con las demás que había contado y ordenado antes. Aún faltaban más billetes que contar para llevar las cuentas exactas y no podía distraerse mucho, pero si levantaba la vista un momento no le caería mal.

El de cabello gris anotó la cifra en su palma y sonrió con suficiencia.

—¿Y qué estoy haciendo? Solamente quiero saber qué le pasa.— El menor abultó los labios mientras encendía un cigarrillo y le daba caladas profundas. —Tengo curiosidad, sabes cómo soy. Me siento tan nervioso.— Y era cierto, su mano temblaba cada vez que la acercaba a su rostro para meterse el filtro del cigarro a la boca.

—Estás siendo un idiota con este pobre borracho inútil.

—¿Qué dijiste, maldito?— San alzó la cabeza y se sentó como pudo, apuntando al menor con su dedo índice y su vista borrosa por tanto alcohol consumido. Wooyoung se rompió en risas escandalosas al ver el deplorable estado del Choi mayor. —Ven aquí, voy a romperte la boca a golpes.

—¿Ah sí? Primero intenta mantenerte en pie y luego te atreves a tocar mi hermoso cuerpo.— Jongho bufó, empujando con su pie a Jung y manteniéndole la mirada a su primo con molestia.

—San, dime qué te pasa.

—¡Joder, no quiero hablar de eso!— Gruñó, sacando sus pies de debajo de Jongho con mucho esfuerzo.

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