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Se rió como un loco durante toda la noche, manteniendo siempre una sonrisa tan grande como el mismísimo sol en su rostro, las mejillas llenas de color y la boca hormigueando anhelante de más besos, caricias tiernas... Sus ojos estaban tan emocionados, incluso.

Cada vez que estos recibían miradas, ya sea discretas o para nada disimiladas, él no se sintió incómodo porque le encantaba de alguna manera extraña. Hacían revolotear a su corazón, todo aquello que en su cabeza le estaba abrumando sin la presencia del alcohol le estaba haciendo... Experimentar cosas nuevas.

Sentía odio, repulsión cada vez que a su mente se venía ese hombre de manera obsesionada, estaba siempre ahí y no le dejaba escapar, uhm, quizás era porque ya se estaba volviendo loco y no quería afrontarlo en verdad.

Eran recuerdos... Lejanos, por más que se forzara a pensar en esa noche, su cerebro punzaba y le mandaba señales para que se detuviera de una maldita vez. Necesitaba descansar, eso lo sabía bien, pero, ¿Cómo alguien podría dormir estando así? ¿Cómo se sentiría si en algún otro momento, no estuviese tratando de hacer a su memoria, algo verdadero? Porque lo asociaba como un sueño, algo que jamás se le pasó por la cabeza.

Tuvo una resaca por primera vez en su vida hacía una semana y para otros pudo ser estresante, para Seonghwa había sido tan... Extraño todo lo que en su cuerpo habitaba, al día siguiente se había despertado a eso de las doce del día, con un brazo rodeándole la cintura y el aroma a perfume de hombre y alcohol en la piel ajena... Tan cerca.

¿No recordar sus conversaciones y acciones eran parte de la libertad?

Se ponía a pensar en todas las estupideces que pudo haberle dicho... Pero Choi San se había despertado tan aturdido como él, cayéndose de la cama y luego tapándose los ojos con su infantil peluche. No había tenido absoluto control sobre su cuerpo y parecía que podría morir por los sonidos ahogados que salían de su boca, suspirando su nombre y balbuceos que lograba entender vagamente.

Pero eso era, pasado.

Ya había sucedido y hasta esas alturas no sabía si... Podría repetirse, estar con él de esa manera, compartiendo sin todo ese odio reprimido que enfermaba a su corazón y mente, haciéndole decir cosas hirientes que, a su parecer, no afectaban a ese hombre en lo más mínimo.

Esa noche se estaba preparando para dormir cuando un sonido vibrante se hizo presente desde su buró. Con el ceño fruncido había abierto el cajón y registrado que era su celular olvidado, con una llamada entrante de un número desconocido.

No supo si contestar o dejarlo pasar... Pero sus dedos picaron por la curiosidad. Hizo un pequeño puchero y luego sonrió al pegarse el aparato en la oreja rojiza y saludar formalmente, como acostumbraba.

Su trayecto al baño había sido eso, repetir un dudoso “¿hola?” cargado de incertidumbre, mordiéndose los labios antes de mirarse al espejo y deslizar su anular contra estos, aplicando bálsamo hidratante.

Iba a colgar hasta que un suspiro entrecortado se escuchó en la línea y Seonghwa bufó tratando de guardar la calma. ¿Por qué alguien le llamaría tan tarde en la noche, para quedarse callado? Era algo estúpido.

—¿Quién es? ¿Cómo consiguió mi... Número?— Sus preguntas estaban cargadas de confusión y severidad. —Voy a colgar.— Dispuesto, alejó el aparato de su oreja y alzó una ceja al escuchar un grito de negación bastante profundo y sincero.

Soy San.

Luego su corazón se disparó y quiso ponerse a gritar porque había sido tan... Idiota al no pensar que podía ser el mayor el causante de su confusión. Seonghwa miró su reflejo nuevamente y se dio a sí mismo una mirada cargada de horror y se cubrió con vergüenza el pecho, que sobresalía gracias a su albornoz azul. Se sentía como si estuviese siendo analizado por Choi, tal y como si lo tuviese parado frente a él, con su tonta sonrisa de hoyuelos bonitos y ojos deslumbrantes.

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