Prólogo

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El disparo ensordecedor de una pistola llenó todo el callejón, el cuerpo inerte de aquel hombre cayó al suelo al igual que la pistola de Anthony, quien aun respiraba agitado por la pelea, todavía tenia sangre en el labio provocada por el golpe propinado por el contrario y la mano con una sensación extraña debido a la fuerza que tuvo que aplicar para disparar.

Era increíble como hacia menos de media hora, ambos varones tenían una pelea un tanto acalorada y ahora la vida de aquel hombre  ─del cual ni siquiera se había molestado en saber el nombre─ se había esfumado. 

Para Anthony no había nada mas sobrevalorado que la vida, o la vida de alguien más, él solamente las tomaba sin preguntarse si tenia familia, si tenia un trabajo, sueños a futuro, nada. Para él solamente eran cuerpos que en cualquier momento podría utilizarlos a su favor, desde la manera mas sencilla como usarlos para acercarse a alguien, hasta algo tan sádico como utilizar sus órganos y venderlos.

El rubio se agachó para hurgar en los bolsillos y todos los lugares donde el contrario pudiera esconder el dinero que debía pagar; por fin lo encontró en la bolsa interna de su chaleco.

─¿De verdad pensaste que podías escapar con mi dinero? ─se dirigió al cadáver con un tono altanero─ Sabías perfectamente que no te ibas a librar de la familia Brown.

Y como si fuera cosa de nada, volvió a dispararle entre las cejas. Una vez que empezaba, no podía parar, era un maldito loco que disfrutaba la sensación de matar a alguien, y estaba mal, él mismo lo sabía, pero ya era muy tarde para tratar de arreglar eso, o al menos eso pensaba Anthony.

El móvil del alto comenzó a sonar, era una llamada entrante de su hermana, contestó con una sonrisa sin dejar de mirar el cráneo casi deshecho frente a él

─Siempre tan oportuna ─le dijo apenas colocó el teléfono en su oreja─ ¿en qué puedo servirte, querida?

Del otro lado de la línea Allison solamente soltó una pequeña risita, y es que Anthony podía ser un maldito, pero también tenía corazón y este estaba entregado completamente a su hermana, a quien la consideraba la mejor del mundo, ambos habían sido el sostén del otro en los momentos más difíciles.

─Papá sigue como loco preguntando dónde estás, ya le gritó a medio mundo que si no te encontraban iba matarlos.

El mayor solamente rodó los ojos y bufó.

─¿Ese hombre no puede pasar un solo día sin amenazar de muerte a alguien? ─rió─ Dile que se relaje, estoy en camino, ya cobré lo que debía ese tal... ─se había anotado el apellido del hombre en la mano junto con todos sus datos, así que solamente tuvo que alzar el dorso de su mano hasta la altura de sus ojos para leer aquél nombre.─...del señor Lee.

La voz del otro lado del teléfono solo articuló un pequeño "está bien" para después colgar la llamada, Anthony solamente volvió a guardar el teléfono en su bolsillo y caminó hasta la siguiente calle en donde había dejado la motocicleta.

Las calles estaban desiertas a esas horas, pero no podía dejar de sentirse observado, y bueno, creo que era una sensación bastante normal si acabas de asesinar alguien y debes estar alerta por si debes escapar de la policía o evitar los ojos curiosos, nadie debía darse cuenta que él había estado ahí la noche anterior.

Se colocó el casco y en menos de 2 horas ya estaba en el "cuartel", o al menos así lo llamaba su padre, para el rubio solamente era un terreno amurallado con una construcción a la que él llamaba casa. Odiaba tener que vivir ahí todos los días de su vida, tener que salir de la cuidad para perderse en el bosque y minutos más tarde salir a un descampado que parecía olvidado por la mano de dios y seguir  por unos cuantos minutos más hasta por fin encontrar la gran pared gris, por eso cuando podía, pasaba el tiempo en el departamento que había comprado en el centro de la ciudad. Descrito así sonaba como un lugar horrible perdido en medio de la nada, pero era todo lo contrario, aquella gran casa tenía todo lo que alguien podría desear; un recibidor enorme, habitaciones de sobra, tecnología de punta y lo más moderno en muebles, una piscina, canchas de tennis, etc... Aquello más bien parecía un resort, pero era la humilde morada de los Brown.

Nada más poner un pie en el recibidor una criada se le acercó para decirle que se apresurara al despacho de su padre, pues éste estaba que no podía con el mal humor, todo el mundo sabía que aquello era por que Anthony había salido sin avisar, prácticamente la cabeza de Anthony tenía precio y el señor Brown no podía dejar que mataran al segundo en la línea para heredar el imperio ilegal que él mismo había construido desde hacía varios años.

─Que hombre tan considerado ─dijo el rubio a modo de burla─ no sabía que el señor Brown se preocupaba por sus hijos.

Ni siquiera se molestaría en tomar siento, esa silla frente al escritorio de caoba sólo era para dos cosas... O habías cerrado un trato importante, o habías firmado tu sentencia de muerte.

─Deja de jugar, Anthony... ¿Dónde mierdas estabas?

El mencionado solo ladeo la cabeza mientras sacaba de uno de sus bolsillos el dinero que hasta hace poco estaba en manos de aquel hombre del callejón, tiró el fajo de billetes sobre el escritorio y le clavó la mirada a su padre.

─Ese tal Lee ya no te debe nada, la deuda esta saldada, junto con los intereses.

Maldito, por intereses se refería a la vida del hombre.

A pesar de todo, el señor Brown estaba orgulloso de su único hijo varón, era todo lo que esperaba: tenía la fuerza suficiente para hacer todo tipo de labores, le había dado un excelente entrenamiento en armas de todo tipos, artes marciales y lo mejor, no se tenía piedad por nadie. Aunque Anthony también escondía un pequeño secreto.

Sin decir nada más, el señor Brown le dedicó esa mirada de aprobación que Anthony ya conocía, era como un "está bien, puedes irte", sin esperar nada más, el rubio desapareció por los pasillos de la enorme casa hasta llegar a su habitación.

Angel With A Shotgun || ʰʸᵘⁿʲⁱⁿ ᵃⁿᵈ ˢᵘⁿᵒᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora