XXVI: Ir despacio...

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Tres semanas habían pasado desde que Anthony y Zephyr vivían en aquél departamento en Birmingham y todo marchaba de maravilla para la recién formada pareja, era como estar viviendo en un cuento de hadas todos los días, incluso Zephyr podía decir que veía a Anthony más sonriente cada día, por fin le dejaba ver esa encantadora sonrisa y sus ojitos achinarse cada que lo hacía, en definitiva, Zephyr estaba más que enamorado de Anthony Brown.

También las heridas de ambos habían sanado casi por completo, lo último que hicieron fue ir a un hospital a que le retiraran los puntos a Zephyr del hombro y la herida estaba casi cicatrizada, tristemente quedaría una marca de por vida.

Desde el segundo día habían dormido juntos, aunque a Zephyr le seguía resultando extraño, más no incómodo, a veces se despertaba a mitad de la noche para darse cuenta de que Anthony seguía ahí, se abrazaba a su cuerpo, pese a que a la mañana siguiente ambos despertaran por su lado. Pero había algo que Zephyr comenzaba a descubrir y era algo que jamás le había pasado; esas ganas incontrolables se sentirse más cerca de Anthony —si es que saben a qué me refiero—. A veces quería sentir el tacto de Anthony sobre su piel, más allá de las caricias de todos los días, pero era demasiado tímido como para hacerselo saber, además no se sentía listo y el solo hecho de pensar en hacer algo mal y que Anthony se burlara o no le gustara, lo detenía por completo y le quitaba las ganas, sin embargo, éstas volvían cada que Anthony se paseaba sin camiseta antes de irse a bañar, a Zephyr solo le quedaba irse a otro lado y mojarse la cara para bajar el sonrojo en sus mejillas y también controlar sus hormonas, porque vamos, Zephyr no tenía 15 años, pero tampoco es que tuviera experiencia en estos temas, toda su vida fue en un colegio católico, aunque ahora estuviera más cerca del infierno que nada, estaba saliendo con un varón, sus fantasías no eran tan puras que digamos, había mentido, robado y decepcionado a sus padres, con eso había roto al menos 5 mandamientos. A pesar de que Zephyr no era creyente, la moral católica con la que había sido criado y educado lo perseguía siempre.

Como todas las noches, Zephyr había robado una camiseta de Anthony para dormir y ahora se encontraba esperándolo en la habitación, últimamente tardaba más en la ducha, creía que se le había pegado su rutina de ponerse acondicionador en el cabello y de cierta forma tenía sentido, el cabello de Anthony era muy suave las últimas semanas, pensó que sería divertido jugarle una broma mientras él estaba en el baño, así que se levantó de la cama y caminó de puntillas hasta la puerta del baño, estuvo a punto de abrirla cuando un sonido del interior lo paralizó de pies a cabeza. Un jadeo del otro lado lo dejó extrañado, estuvo a punto de abrir la puerta, incluso ya tenía la mano sobre la perilla, pero otro jadeo y lo que parecía ser un gemido hicieron que quitara la mano como si de fuego se tratara, se tapó la boca y regresó corriendo a la habitación metiéndose debajo de las sábanas y ahogando un grito en la almohada.

Pasaron dos minutos tal vez, el sentimiento ya se le había pasado a Zephyr y ahora solo pensaba en que Anthony tardaba mucho para salir, quizá lo que había escuchado era un gemido de dolor, quizá le había pasado algo, le había entrado espuma en el ojo o cualquier otra cosa, pensó de todo menos eso. Quizá necesitaba algo, así que se levantó y no dió más de dos pasos fuera de la cama cuando Anthony entró por la puerta con una toalla sobre sus hombros y secándose el cabello con un extremo de ésta, inmediatamente Zephyr pegó un gritito y regresó corriendo a la cama tapandose la cara con una almohada.

—¿Estás bien?

—Sí —respondío casi al segundo de que Anthony terminó de hablar— ¿Tú estás bien?

—¿Por qué?

Por más que trataba, Zephyr no podía decirle a Anthony lo que había escuchado, las palabras no le salían y parecía que la lengua se le enrollaba.

Angel With A Shotgun || ʰʸᵘⁿʲⁱⁿ ᵃⁿᵈ ˢᵘⁿᵒᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora