V: Llámame cuando lo necesites

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A lo mejor no habían sido las palabras correctas o no era lo que tenía en mente, pero Anthony lo llevó al fondo de la bodega, tuvieron que pasar por una puerta pequeña y llegaron a una especie de lounge en donde había un chico y una chica, obviamente mayores que Zephyr. Ahora él estaba sentado en el lujoso sillón de Suede mientras Anthony y la chica discutían.

—¡¿Estás loco?! —le gritó ella— ¿Cómo se te ocurre involucrar a alguien así?

La chica era un poco más bajita que el rubio, pero su expresión y sus palabras intimidaban demasiado, tanto que podías pasar por alto el hecho de que Anthony le sacara por lo menos una cabeza de estatura.

—Debiste dejar que lo mataran.

Aquellas palabras habían creado en el estomago de Zephyr un vacío indescriptible, se había sentido como si no valiera nada.

Una bolsa de palomitas se cruzó en su campo de visión y giró su cabeza para ver al otro chico el cual estaba sentado junto a él, cuando sus miradas se encontraron, el chico movió un poco la bolsa indicando que podía agarrar, el menor solo negó con la cabeza y el contrario regreso a su posición relajada sobre el sofá.

—No te preocupes, suelen pelear así varias veces a la semana.

Zephyr no entendía cómo esas palabras debían tranquilizarle, lo único que causaron fue todavía más miedo. Su corazón casi se detiene cuando su celular comenzó a sonar, era una llamada de su madre obviamente.

Todos los presentes miraron al menor, la chica solamente rodó los ojos y se fue a otro lugar bufando, parecía realmente molesta con la presencia del chico.

—Lo que faltaba —la oyó murmurar del otro lado de la habitación—.

El pelinegro miró a Anthony y el mayor asintió. ¿Cómo por qué le estaba pidiendo permiso para contestar? Salió de la habitación y llegó nuevamente al lugar en donde Anthony había estacionado el auto, ahí fue cuando por fin contestó y lo primero que escuchó fue un grito de su madre preguntando dónde demonios de había metido.

—Yo... me quedé en casa de un amigo... es que hubo un apagón de este lado de la ciudad y no quería irme cuando todo estaba oscuro, llego en unos minutos, le pediré a su hermano mayor que me lleve.

Su madre terminó la llamada no tan convencida y Zephyr no perdió el tiempo, usó su teléfono para saber dónde mierda estaba exactamente...Estaba a más de una hora caminando de su casa, esto estaba mal, pero si no se apuraba a irse estaría peor.

Apenas dio un par de pasos en dirección a la salida cuando una voz detrás de él lo sobresaltó.

—Ya te lo dije, yo no haría eso si fuera tú —Anthony estaba unos metros detrás de él, con esa actitud tan relajada que comenzaba a molestar a Zephyr—.

—¿Entonces cómo esperas que salga de aquí?

Tan desinteresado como antes, señaló el auto nuevamente...Si Anthony pensaba que Zephyr iba a volver a subirse ahí, estaba en un error, estaba decidido.

[...]

Zephyr debería replantearse lo que determinación significa, porque nuevamente estaba en el asiento delantero de Anthony, mientras él conducía con una sonrisa burlona, solo le había bastado mencionar que su madre podría regañarle peor y los pies de Zephyr casi habían reaccionado solos haciendo que él subiera al auto.

No había un silencio incómodo, era extraño, pero no estaba siendo incómodo el camino de vuelta, solo se sentía muy intimidado como para preguntar algo... Incluso en su mente seguían las palabras de la chica "debiste dejar que lo mataran", no confiaba del todo en él, pero de momento estaba seguro que no quería matarlo.

Sus manos temblaban, estaban sudorosas y se tronaba los dedos constantemente, también mordía sus labios con mucha frecuencia, tanto que comenzaron a dolerle. Una media hora más tarde ya estaban entrando a la calle en la que Zephyr vivía.

—Tienes que aprender a dejar de meterte en líos o vas terminar con cicatrices en los labios de tanto morderlos —le dijo el rubio una vez que estuvieron frente a su casa, al parecer hacer aquello le había provocado unas pequeñas heridas en el labio inferior— ¿Tan malo es que tu madre te regañe? Solo es un regaño, no una sentencia de muerte...

De hecho, lo que decía el mayor sonaba muy lógico, no podía hacerle nada realmente malo, ese no era el estilo de su madre y tampoco es que lo regañara muy seguido, creía que más que nada era porque él sabía toda la verdad, todo lo que había hecho y mentir le ponía muy mal. Anthony tenía razón, debía dejar de meterse en problemas.

—Aunque presiento que difícilmente lo lograrás.

Anthony rió levemente y le quitó el celular a Zephyr de entre las manos, deslizó la pantalla principal y lo extendió para que pusiera su contraseña, es decir, le estaba cediendo todo el control de su teléfono y sus datos personales a alguien que cargaba un arma consigo. O Zephyr era muy idiota, o demasiado confiado.

—Puedes llamarme cuando lo necesites-el mayor le devolvió el teléfono sin ningún otro impedimento.

—Gra-...—no pudo terminar la frase, pues Anthony se inclinó sobre él, la verdad pensó lo peor, que iría a clavarle un cuchillo en el estómago o algo así, pero solamente fue para abrirle la puerta—.

—Ya vete.

La actitud relajada de Anthony pareció cambiar, Zephyr giró su cabeza para mirar detrás de él y se encontró con su madre parada en el porche con las manos en la cintura, sintió su estomago dar un vuelco y se apresuró para salir.

Cuando quiso girar nuevamente la cabeza para mirar a Anthony y despedirse con la mano, este ya estaba dos casas mas adelante, se fue en cuanto Zephyr cerró la puerta, le parecía un poco extraña su actitud, pero tal vez le daba pena su madre...¿no?

—¿Quién era? —preguntó su madre—.

—El hermano de un amigo...—otra vez estaba mintiendo—.

—¿De quién?

—De Jay.

—No sabia que Jay tenía un hermano —Dicho esto la mujer se dio vuelta para entrar a la casa, seguida de Zeph—.

"Tampoco yo" , pensó el chico.

Angel With A Shotgun || ʰʸᵘⁿʲⁱⁿ ᵃⁿᵈ ˢᵘⁿᵒᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora