Eres tú

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Callum, sin darse cuenta, había llegado al patio de entrenamiento. Estaba parado frente a las dos grandes puertas de madera. Sin mucho esfuerzo, las empujó dejando una abertura del tamaño de su cabeza para que pudiera asomarla dentro y echar un pequeño vistazo.

Rayla estaba en el centro del patio hablando con otras dos elfas de sol. Callum decidió no hacer ruido para que no supieran que estaba ahí. Así que se deslizó entre las dos puertas y nuevamente las cerró detrás de él, con mucho cuidado y sin hacer ruido.

Callum fue hacia una pequeña esquina, donde caía una pequeña sombra con delicadeza y, donde no se podía notar que estaba parado en ese lugar.

Al final, no pudo escuchar mucho de lo que decían Rayla y las otras dos chicas. Pero pudo escuchar las palabras: "Entrenamiento", "Mejorar", "Práctica", y "Espadas".

Al final, y como él quería, las chicas se marcharon, dejando a Rayla sola. Se le veía cansada, pues se la había pasado casi toda la mañana entrenando. A Rayla le gustaba entrenar en la mañana, ya que creía que así se mantenía más fresca.

Se estiro un poco, y Callum pudo escuchar el crujir de los huesos de Rayla ante la tensión del ejercicio.

Sin hacer mucho ruido se acercó a ella. Rayla le había enseñado unas cuantas cosas sobre el sigilo, y las había aprendido muy bien, y usado de la misma manera.

—Hola— Callum se acercó un poco más a ella y le susurro al oído.

Para Rayla, el primer instinto fue voltear rápidamente. Cuando vio que era Callum, se tranquilizo notablemente.

—Me asustaste, creí que era la única aquí— dijo con una sonrisa.

—Pues ya ves que no— le dijo Callum, alzando y bajando las cejas un par de veces.

—¿Qué estabas haciendo?— preguntó Rayla, ignorando el gesto gracioso que hizo Callum.

—Tuve una reunión con Janai y los elfos del Congreso. Querían hablar sobre la magia que hay en mi interior.

—¿Y qué dijeron?

Callum se dio cuenta de que había "metido la pata". No podía decirle a Rayla nada, pero no podía decirle mentiras. Podía decirle lo de los hechizos de sello, pero no quería esperanzarla, y menos en esta situación. Pero debía contestar rápido.

—Nada. Simplemente dijeron que... tal vez, podía controlarla con unos cuantos hechizos de sello— dijo Callum inseguro.

—Me parece increíble, ¿no lo crees?— dijo Rayla con una sonrisa. Callum se sintió peor.

—Sí, pero no— dijo Callum en voz baja.

—¿Cómo?— preguntó Rayla confundida.

"Demonios" se dijo Callum así mismo, "¿Por qué soy tan tonto?".

—No nada, olvídalo. Es que yo tampoco entendí muy bien la reunión. Estaba... muy distraído— dijo Callum rápidamente.

—¿Ah, sí? Y ¿por qué?.

—Porque quería verte— eso era totalmente cierto.

—Eres un coqueto, ¿lo sabes, verdad?— Rayla se rio— Eres mi esposo, pero actúas como si aún fuéramos novios.

—¿Y eso es algo malo?— Callum también se rio.

—No, al contrario— Rayla le guiño el ojo.

—¿Ya acabaste de entrenar?— preguntó Callum.

—Si, casi me rompo un brazo— bromeó Rayla.

—Por lo general debe ser la pierna— siguió Callum, aunque su chiste no tuvo mucho sentido, como siempre— ¿Quisieras hacer algo?

Mi Amor, Mi Esperanza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora