Capítulo 19.- DL - 44 Mauser

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El accidente de tren continuaba siendo un misterio para Jimin y Hoseok. 

A pesar de que gastaron todos los recursos posibles que tenían a la mano, no lograron averiguar mucho más. El caso cerró diciendo que fue un error técnico y que la empresa ferroviaria se haría cargo de todo. Pero al Teniente Park le sobraban varios cabos sueltos que tenía que atar, empezando por Ivanov.

Él era su prioridad... claro, después de Ae Rin

—Vamos Ae Rin, debes volver al trabajo —Jimin estaba parado en la puerta de la habitación de la chica, ya un poco desesperado por rogar —No puedes quedarte en cama otro día más.

Por su parte, la triste joven aún permanecía sin mover un solo dedo, acostada y a oscuras en la habitación que  había compartido tantas veces con su fallecido prometido. 

La pérdida de su ser amado la había fundido en una depresión tan profunda y devastadora que llevaba ya tres semanas sin salir de su casa y sin asistir a la agencia de bienes raíces. 

El dolor la consumía rápidamente y Jimin hacía siempre, todos los días, hasta lo imposible por sacarla de ese lúgubre lugar, pero sus esfuerzos eran en vano: ella  no comía, no se movía y solo se la pasaba llorando.

—Ae Rin... —Un suspiro profundo salió de Park y con pasos astutos se acercó a ella hasta quedar sentado en la cama —No puedes seguir así. Te enfermeras si continúas en este estado.

—Eso quiero —La voz de ella era rasposa y a duras penas audible —Quiero morirme. Quiero estar con mi Jinnie... 

Asustado de las palabras de la chica, rápidamente se colocó de rodillas, quedando de frente a ella y viéndola directamente a los ojos.

—No digas eso ni de broma, Ae Rin —Nervioso, delicadamente rozó el pómulo de la chica con su mano temblorosa —Jin no hubiese querido eso para ti. 

—Lo extraño... Lo extraño demasiado... —Unas pequeñas lágrimas llenas de miseria comenzaron a salir de sus lindos ojos —¿Por qué? ¿Por qué tuvo que sucederle esto a él? Mi Jinnie, mi pobre Jinnie...

En acto reflejo, Jimin tomo a la chica entre sus brazos y la mantuvo así un rato, dejando que se desahogara tanto como quisiera. Al cabo de unos minutos, ella se alejo un poco incómoda.

—Lo siento —Ae Rin trató de sentarse en la cama, alejando al chico que la había estado cuidando gentilmente —Te estoy haciendo pasar un mal rato. 

—Para nada, solo quiero que te sientas mejor —Aclaró dejando espacio para que la chica pudiera moverse libremente.

—Estoy segura que tu también estás triste por lo de tu esposa —Sabía que estaba siendo una carga y se lamentaba por eso. Poco a poco salió de debajo de las sábanas y se colocó sus pantuflas para situarse también de pie —No tienes por qué estar aquí. No quiero que te preocupes por alguien como yo —A paso lento, se dirigió al cuarto de baño, donde al encender la luz su rostro dejó ver las consecuencias de las innumerables noches sin dormir. Jimin no podía dejarla sola y ver que se consumía poco a poco, pero tampoco quería entrometerse de lleno en su vida —Tomaré una ducha. No tardaré. 

—Estaré en el pasillo. Llámame si me necesitas —Ella asintió y Jimin, antes de salir del apartamento, le regaló una sonrisa a medias. 

Una vez en el exterior, Park encendió un cigarrillo y comenzó a fumarlo mientras su mente viajaba a otro lugar

Extrañaba a Krystal y no podía negarlo. 

Extrañaba el tener a alguien que lo recibiera en casa con una sonrisa genuina. Extrañaba el ver a la mujer con la que había pasado gran parte de su vida, aquella que lo esperaba todos los días para cenar. Extrañaba que la casa se impregnara del olor a café por las mañanas cuando ella le preparaba el desayuno. Extrañaba ver la casa llena de las flores que ella compraba para que le dieran más luz y vida a su "nido de amor". La extrañaba en serio.

Sí, Jimin decía odiar y aborrecer a su esposa tanto como para hablar sandeces e idioteces de ella, pero en el momento en que ya no la tuvo, pudo darse cuenta que Krystal fue la mejor compañera de vida que había tenido y que él no la había valorado lo suficiente. Se recriminaba y arrepentía todos los días por no haberle prestado la atención debida y haberla tratado peor que a un perro. Krystal nunca tuvo la culpa de los acontecimientos que Jimin tuvo que soportar en su adolescencia y recién se daba cuenta de ello. 

Deseaba con toda el alma dejar de ser un bastardo egoísta, regresar el tiempo y evitar hacer de menos a su esposa, pero eso ya no importaba. Krystal jamás regresaría

Al terminar de fumar su tercer cigarrillo, Jimin tuvo que frotarse los ojos avergonzado al percatarse que lloraba en silencio y sin que nadie lo notase. Revisó el móvil para ver la hora. Ae Rin llevaba más de treinta minutos sin hacer ningún ruido o haberlo llamado. Un tanto preocupado digitó el código de la puerta (el que a regañadientes obtuvo del asistente de Ae Rin, ese chico con dientes de conejo llamado Jungkook) y entró despacio al apartamento.

—¿Ae Rin? ¿Terminaste de ducharte? —La casa continuaba sumida en total oscuridad —¿Ae Rin? —Nada. Solo reinaba un silencio sepulcral.

Un extraño sentimiento comenzó a surgir en su pecho. 

Con paso decidido abrió la puerta de la habitación, imaginando que la chica tal vez estuviese dormida pero no, la cama estaba vacía tal y como él la había dejado. Al ver por la ranura del cuarto de baño observó que la luz seguía encendida.

—¿Está todo bien? —Tocó la puerta tres veces pero no recibió respuesta —¿Ae Rin? —Tomó la perilla y la giró, pero esta no cedió, estaba con el pestillo puesto —¡¿Ae Rin?!  

Con los nervios a flor de piel no tuvo otro remedio que forzar la puerta y empujarla hasta que ésta se abrió por completo. La imagen que veía sus fanales solo las había visto en las películas o en los dramas y siempre creyó que solo exageraban la escena, pero nunca llegó a imaginar que llegase a ver algo similar en toda su existencia.

Ae Rin estaba sentada en la bañera cubierta de la sangre que le brotaba de sus propias muñecas. El color de su piel rápidamente cambió de un rosa pálido a un gris perturbador. Sus labios comenzaban a verse lilas.

—¡Carajo, Ae Rin! —El temblor en las manos de Jimin era evidente cuando corrió a tomarla en brazos —¡¿Qué hiciste?! ¡¿Por qué lo hiciste?! —Era la verdadera escena de una película de terror

—Jinnie... Solo quiero ver a Jin... —La chica soltó esas palabras antes de cerrar sus ojos y caer en la inconsciencia.

—¡Ae Rin! ¡Quédate conmigo! ¡No me dejes! ¡No puedes abandonarme tu también!  

La desesperación llenó por completo el sistema de Jimin, que solo logró llamar a emergencias antes de llorar inconsolable a una Ae Rin inmóvil en sus brazos.


La desesperación llenó por completo el sistema de Jimin, que solo logró llamar a emergencias antes de llorar inconsolable a una Ae Rin inmóvil en sus brazos

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SNIPER - Park JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora