Capítulo 06.- Golden HKSL8

845 137 131
                                    

—¿Y usted quién es? —Un joven alto, de cabello castaño y de aspecto sumamente guapo abrió la puerta del apartamento 318. Jimin sabía que había visto con anterioridad a aquel chico al cual no le calculaba más de veinti tantos años, pero como siempre le sucedía, su cerebro dejó de funcionar en un momento importante.

—Estoy buscando a Choi Ae Rin, ¿Ésta es su casa? —El mayor no dejaba de ver al chico frente a él.

—Mire señor, si la busca por lo acontecido en la tarde, le pido que se vaya. Mi hermana no se encuentra en condiciones óptimas para que le sigan haciendo preguntas —Por lo que Jimin recordaba Ae Rin era hija única, así que... ¿Quién mierdas era él?

—Solo déjame verla, es urgente —La paciencia era poca con aquel cabeza dura.

—¿Quién es, Kookie? —La voz de una mujer se hizo presente a la espalda del chico que se interponía en la entrada del apartamento.

Park no pudo soportar más y se lanzó dentro del lugar apartando al guapo joven con un fuerte empujón. No logró dar más de tres pasos cuando sus fanales lograron verla. 

Allí estaba, parada en mitad de la sala de estar, envuelta en una frazada y con los ojos llorosos. El verla de esa manera, tan vulnerable y triste, hicieron que el corazón del fuerte y valiente Teniente Park flaqueara y, sin pensarlo dos veces, se abalanzó en dirección a Ae Rin, rodeándola en un fuerte y sustancial abrazo, ignorando la réplica que provenía de alguna parte del lugar.

—¿Estás bien? ¿Estás herida? —No entendía porque al estar cerca de ella todo se sentía realmente mejor.

—Ji... ¿Jiminie? —Aquella mujer se imagino cientos de veces esa escena en su cabeza, que no creía que lo que pasaba fuera verdad. Su cuerpo permaneció estático.

—Sí, soy yo —Lo único que deseaba él era poder tenerla de esa forma para siempre, pero obviamente no todos estaban de acuerdo con eso.

—¡Noona! —El grito hizo que Jimin se separara con un sobresalto —¿Estás bien? ¿Te hizo daño ese tipo? —Jungkook hablaba desde el marco de la puerta, claramente indeciso entre ir a por ella o permanecer en su lugar. Hoseok también veía la escena a un costado del chico.

—Estoy bien Kookie, no te preocupes —Ella evitaba la mirada del que una vez fue su novio —Qué... ¿Qué se supone que haces aquí, Park? —Necesitaba respuestas. No podía creer que después de años, su primer amor apareciera tan fácilmente en su casa, olvidando la forma tan fría en cómo la había abandonado.

—Yo... Necesitamos hablar —Esas palabras hicieron que un escalofrío bajara por toda su espalda.

—Bueno, creo que es momento de que ambos desaparezcamos —Hoseok fue el primero en hablar. Tomó del cuello de la camisa blanca a Jungkook y lo arrastró consigo fuera de la casa —Mucho gusto guapa. Te llamo luego Jimin —Con una reverencia, y forcejeos de parte de Kook, se despidió de ambos cerrando la puerta. 

La incomodidad no tardó en aparecer.

—No deseo conocer la razón por la cual estás aquí, así que te pido que te vayas —La pelirroja no dudo en decir aquellas palabras en tono firme y sin titubeos.

—Ae Rin yo... Perdón.

—No quiero escucharte, Park —Su voz se mantenía neutra, sin demostrar sentimiento alguno. Los dos mantenían la mirada fija en el suelo, como si fuese algo verdaderamente interesante de ver.

—Hoy en la tarde te vi en esa cafetería, a punto de morir frente a mis ojos... —Las imágenes de ella siendo rehén de Kim, le hervían en la sangre como fuego  —Y mi equilibrio se fue a la mierda...

—¿De qué hablas? Tú... ¿Estabas allí? —Sorprendida ante tal revelación, Ae Rin logró ver por primera vez a Jimin a la cara. Odio y descontento enmarcaban las finas y delicadas facciones a pesar del tiempo transcurrido desde la última vez que se vieron.

—Hace doce años te deje ir porque me comporté peor que un pusilánime —Ignorando sus preguntas y con todo lo que se agolpaba en su cabeza, Jimin continúo hablando —Se que no lograré que me perdones, pero necesitamos hablar, quiero aclarar muchas cosas contigo.

—Este no es un buen momento. Como puedes ver, estoy perfectamente bien —La mirada inquisidora de ella no dejaba de golpearlo a cada segundo —Además, yo no tengo absolutamente nada que decirte. Por favor, vete de una buena vez.

—Ae Rin... Soy un idiota y un maldito, puedes odiarme y maldecirme todo lo que quieras, pero por todo lo sagrado, no vuelvas a alejarte de mí —En un acto reflejo, Park tomó de la cintura a aquella chica y la abrazo. Ese abrazo que anhelaba él desde hacía tantos años, ese abrazo que jamás logró darle el último día que la vio triste y con el corazón roto. Ese abrazo que le revolvía su congelado y estático corazón.

Entre ambos se sentía una electricidad abrumadora, tanto que al Teniente le costó entenderlo el tiempo suficiente para que ella se alejara de golpe y lo aventara lejos.

—¿Qu-Qué crees que haces? —Ae Rin se veía incómoda y desconcertada.

—Lo lamento, tenía que hacerlo —A él le parecía divertida la situación.

—¡Vete Jimin! Mi novio no tardará en llegar y no quiero que mal interprete la situación —¿Novio? El informe de Jisoo no mencionaba a ningún novio. ¿De qué estaba hablando?

Y como si el mismo infierno lo estuviese torturando, el sonido proveniente de la puerta al abrirse lo alertó y no tardó en entrar al departamento una figura masculina que desconocía.

—¡Cariño! —Un hombre de aspecto joven estaba parado en el recibidor. A simple vista podía asegurarse que era más alto que Jimin, delgado y portador de una espalda ancha que ocultaba bajo el traje sastre hecho a la medida que llevaba puesto. Sus facciones eran hermosas, si es que ese término le puede quedar a una persona —¿Te encuentras bien? —Él se quedó en su sitio al ver a su novia muy cerca de otro hombre.

—¡Jinnie! —Ae Rin hizo lo que cualquier chica haría al ver a su novio. Eliminó aquella distancia entre los dos, saltando sobre él y dándole un abrazo lleno de amor y pasión —¡Tuve mucho miedo! —Ella comenzó a sollozar en el instante en que sus pies tocaron el suelo nuevamente.

—Bebé, perdóname por no haber estado contigo en un momento tan difícil, mi jefe no me dejo salir antes —Con suma delicadeza, el recién llegado le limpiaba las lágrimas que brotan de los ojos de ella, tratando de consolarla al mismo tiempo —Todo se encuentra bien mi amor, ya estás conmigo —Los ojos de borrego a medio morir que él ponía cuando veía a Ae Rin eran de amor puro.

¡La puta madre! 

Jimin era espectador en primera fila del amor que destilaban esos dos, y fue en ese instante en el que estaba deseando con todas sus tripas que alguien le diera un tiro en la cabeza. 

La había perdido. Ae Rin había encontrado al hombre perfecto para ella, uno que era capaz de amarla y protegerla como él nunca había podido. Un hombre que se notaba la quería más que la vida misma. Un hombre que a capa y espada se quedaría con ella no importándole nada.

Un hombre que no era él.


Un hombre que no era él

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
SNIPER - Park JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora