Mire con fastidio la luz que entraba por la ventana, molestandome. Pero no duro ni un minuto y ya no sentía rastro de enojo, al ver a un hermoso bicolor durmiendo plácidamente sobre mis pechos.
Sonreí enternecida al verlo, siempre hacia eso, aunque no me molestaba. Pose mi mano en su cabello, acariciandolo con delicadeza.
— Shoto, despierta. No quiero que tu padre me mate por "tenerte" secuestrada en mi casa —.
Negó con la cabeza, ocultándo más su rostro entre mis busto. Bufe levemente al ver sus pocas ganas de levantarse y hacer algo productivo.
— Vamos, no te voy a mimar. Ayer estuviste todo el día sobre mis pechos, acariciandolos y utilizándolos como almohadas, deben descansar ¿sabes?
— Pero son suaves. Es imposible no hacer eso — levantó su rostro adormilada con me ceño levemente fruncido —.
— Vamooos, ¿no hará mal dejarlos reposar, verdad? — mi sonrisa se ensancho con victoria al ver como se levantaba — Vamos a bañarnos, kohai.
— No me llames así, solo eres un año mayor que yo.
Ya una vez libre, agarre su mano y me encaminé al baño. Abrí la llave, soltando un chillido de emoción al ver la tina llenarse. — ¿Qué esperas?, quítate la ropa. — nos despojamos de nuestra ropa dejándola en el cesto de ropa sucia. Shoto habia entrado primero, así que alegre me senté en sus piernas, jugando con el agua —.
— Iré a comer soba hoy, ¿Quieres venir? — escondió recargando su mentón en mi hombro —.
— Claro, pero después debo ir a comprar unos materiales de arte que se me han acaba- ¡Shoto deje de tocar ahí!
