Cap. 8.- Resentimiento de hielo

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El grupo andaba por un sendero boscoso con tranquilidad. O con tanta tranquilidad como se podía, tomando en cuenta que había un demonio y tres cultivadores que se odiaban pero que se veían obligados a soportarse como si fuera su estado natural.

Sha Hualing había intentado seguir por su cuenta, pero debido al tiempo que permaneció atrapada no tenía suficiente fuerza así que se vio obligada a avanzar junto al grupo. La santa fulminaba con la mirada a Shen QingQiu, Liu QingGe y Shang QingHua mientras ellos tres ignoraban su presencia y Shi QingXuan no pudo evitar pensar en lo incómodo que era eso y que era una suerte que él y He Xuan hubieran resuelto sus problemas.

— He-xiong— dijo el dios colgándose del brazo de la calamidad—. Cuando te dije que debía atender una plegaria en Cang Qiong sabías de qué se trataba, ¿cierto? Lo sabías desde antes que viniera.
— No a ciencia cierta— respondió He Xuan—, pero intuía algo. Hua Cheng ya me había advertido que Linguang-Jun había asomado la cara de nuevo y debía tener cuidado porque había hecho acto de presencia en Ciudad Fantasma.
— ¿Hua Cheng te advirtió?
— QingXuan, ¿creíste que Xue Yang era el único con el que teníamos problemas? Linguang-Jun tiene algo en contra nuestra porque no accedimos a ayudarlo cuando solicitó apoyo para derrocar a su sobrino. Sin embargo, había tardado demasiado en aparecer hasta que nos olvidamos de su existencia.

Shi QingXuan sonrió con picardía.

— ¿No les interesaban las disputas de otros demonios?— preguntó.
— Estábamos ocupados con nuestros propios asuntos— respondió He Xuan sin entrar en detalles.

El rey demonio recordaba ese primer encuentro: se encontraba en Ciudad Fantasma junto a Hua Cheng, acababa de encerrar a Ming Yi para tomar su lugar en el cielo y justo cuando salían de Mansión Paraíso Linguang-Jun los abordó proponiendo una alianza que a ninguno de los convenía o interesaba: el único interés de He Xuan era Shi WuDu, mientras que Hua Cheng simplemente no tenía ganas de meter la nariz en otro lado donde ni siquiera habían oído de Su Alteza, al que llevaba años buscando. Además, por lo que el demonio de hielo contaba, su sobrino se había vuelto muy poderoso y a ninguno de los dos le convenía tener problemas con un rey demonio de otro sitio, así que dijeron que no. Al parecer Linguang-Jun no había olvidado aquel rechazo.

Los dos se quedaron en silencio y Shang QingHua dijo de repente:

— No quiero sonar quejoso... ¿Pero no está empezando a hacer frío?

Shen QingQiu estuvo a punto de decirle algo, pero al final recalculó comprendiendo lo que quería dar a entender. Ese frío no era nada natural, era similar al que podría haber en el reino del norte y solo podía provenir de una persona.

En ese instante una serie de estacas heladas salieron volando hacia ellos aunque la gran mayoría iban dirigidas al líder de An Ding, Shang QingHua soltó un grito esquivando las que podía hasta que logró ocultarse detrás de Shen QingQiu y éste usó su abanico para crear una barrera de energía que los mantuvo a salvo, un movimiento que llamó la atención de Shi QingXuan con auténtico interés y se preguntó si el inmortal estaría dispuesto a enseñarle ese movimiento.

— Rey Demonio Agua Negra, como siempre es un placer saber de tí— dijo la elegante voz de Linguang-Jun apareciendo frente a ellos con una sonrisa sardónica.
— Lamento no poder decir lo mismo— replicó He Xuan con frialdad—. Creí que estabas muerto.
— Sí, tu amigo Lluvia Sangrienta pensó lo mismo así que pensé en hacerle una visita solo para recordarle lo que es un verdadero rey demonio.
— ¡Tú ni siquiera eres un rey!— exclamó Shang QingHua.

He Xuan soltó una carcajada lúgubre.

— Si realmente fueras la mitad de lo que alardeas no nos habrías buscado suplicando ayuda— dijo—. ¿Aún lo recuerdas?
— Sí— dijo Linguang-Jun—. Y recuerdo sus respuestas, sobre todo la tuya. Dijiste que estabas ocupado buscando al dios del agua, ¿ya lo encontraste?

El demonio helado fue golpeado repentinamente por una ráfaga de aire que le atravesó el pecho abriéndole una herida de tajo. Shi QingXuan se situó frente a He Xuan con el abanico a mano y una expresión furiosa, tan aterradora que el mismo Supremo de las aguas retrocedió un paso para no ser parte de esa extraña pero justificada furia.

— Tú no eres digno siquiera de pensar en él— siseó lanzando otra ráfaga de viento cortante.

Había algo del característico orgullo de Shi WuDu en el porte de Shi QingXuan, una arrogancia que salía a flote cada vez que alguien lo mencionaba de alguna forma. Aunque solía negarlo, lo sucedido con su hermano mayor era una herida que por más que sanara siempre había un detonante que la abría de nuevo. Era un dolor constante que el dios del viento mantenía oculto en lo más profundo de su ser. Linguang-Jun miró a Shi QingXuan con una expresión complaciente, como la que se le da a algo que te vas a comer.

— Debes ser su hermano menor. ¿Sabes lo que este demonio pensaba hacer contigo?
— Cállate.

Linguang-Jun lanzó nuevos ataques de hielo. Para sorpresa de todos, Sha Hualing saltó lanzando un hechizo de fuego en el momento que el demonio se abalanzó sobre Shi QingXuan sin darle oportunidad a defenderse, abriendo así una ruta de escape que el dios utilizó para dar un giro y atacar con la espada; la hoja resplandeciente de Shui se clavó en la piel del demonio de hielo atravesando el hombro limpiamente, del mismo modo el torso de Linguang-Jun fue apuñalado por Xiu Ya y Cheng Luan, una casi encima de la otra.

— No se supone que tú intervinieras— siseó Linguang-Jun al ver a Sha Hualing.
— Te dije que no debías meterte conmigo— replicó la santa con arrogancia—. Has caído tan bajo uniendote con esos idiotas del palacio derrocado, no eres digno de ser uno de nosotros.

Esas palabras bastaron para enfurecer a Linguang-Jun que se deshizo de las tres espadas y lanzó una ráfaga de aire helado, dispuesto a congelar a todos a su alrededor y en ese momento un remolino de agua los rodeó, el cual se congeló al instante.

"QingXuan", llamó He Xuan por medio de la matriz de comunicación. "Rompe el hielo, ahora"
"Supongo que tienes un plan"
"Lo tengo. Aún confías en mí, ¿no?"

Shi QingXuan no respondió, en su lugar desplegó su abanico nuevamente y soltó el mismo viento cortante despedazando el hielo que lo rodeaba, finos hilos de agua se movieron junto con el viento dirigiendo los trozos de hielo hacia Linguang-Jun, que desapareció en medio de la lluvia helada.

En ese momento un rugido cercano se escuchó.

Viento marcial (2/4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora