Preludio: asunto pendiente

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La mujer se abrió paso entre el gentío hasta llegar a su objetivo: la entrada al pie de la montaña, la que conducía a su vasto interior y que guiaba a un lugar que en los últimos tiempos volvía a ser mencionado con adoración.

El solo escuchar eso hizo que se le retorciera el estómago.

Al mirar alrededor en busca de amuletos o talismanes encubiertos descubrió que había una estatua. Eso no estaba allí en su última visita, así que se acercó para ver. La estatua representaba a un joven con vestimenta sobria, con una cinta en la frente y un tocado sujetando su cabello largo, el cual había sido inmortalizado en un vaivén producido por un viento inexistente. En su mano izquierda sujetaba un abanico desplegado mientras que su mano derecha, alzada hacia arriba, sujetaba una espada. Su rostro contrastaba con su pose fiera, mostrando una gran alegría y una sonrisa tranquilizadora.

Era un rostro misericordioso destinado a calmar a sus fieles.

La mujer cerró los puños bajo sus mangas y dio media vuelta. No importaba, esto era un pequeño imprevisto para sus planes pero todo seguiría su curso. Nada iba a detener su venganza.

Después de todo, la secta Cang Qiong tenía una deuda pendiente con ella y debían responder debidamente.

Viento marcial (2/4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora