Capítulo 17

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Pero como ya he observado en más de una ocasión, la vida es injusta, y no existe departamento de quejas, de modo que deberíamos aceptar las cosas tal como vienen, reparar los desperfectos y seguir adelante.

Jeff Lindsay.

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Eren creía firmemente que todo sería más fácil si fuera trasladado a la celda en solitario.

Él no podía seguir así evitando a todos; ignorando la amabilidad de Thomas y Connie, no asistiendo a su horario habitual de limpieza, buscando mesas solitarias en la comida, escondiéndose hasta el final de biblioteca y sentándose lo más lejos posible de su asiento habitual cada que Levi entraba a biblioteca.

Eren no sabía cómo recuperar su antigua 'normalidad'. Ya no era por ira, ni siquiera orgullo, era por miedo y vergüenza. Temía confiar en Thomas y Connie -e incluso confiar en Jean, aunque ninguno de ellos le había dado motivos de sospechar- porque por muy amables que fueran o que Eren creía que eran, conocía sus lealtades y no era con él. Sentía que en cualquier momento podrían engañarlo y 'venderlo'. También se sentía tan avergonzado por lo cruel que había sido con Levi.

Los reclusos volvieron a sus andadas de molestarlo, todos tenían terribles intenciones, Eren ya lo sabía. Lo acosaban en la ducha, en cafetería y muy raramente en biblioteca, pero se ponían verdaderamente preocupantes cuando lo abordaban en esos escasos momentos donde Eren estaba completamente solo. Odiaba esos momentos, donde se sentía pequeño e impotente a pesar de que luchara con todas sus fuerzas. Ellos siempre eran más, o eran más grandes y siempre lo tocaban, se burlaban e insultaban. Ninguno llegaba tan lejos a como lo había hecho Xavi, pero siempre lo dejaban con ese sentimiento que lo asfixiaba y estremecía.

Dimo se había acercado a él a decirle que se le uniera, pero sinceramente Eren no había querido escucharlo y se negó y alejó tan pronto el hombre se había acercado. Eren no quería deberle nada a nadie.

Finalmente llegó el día de visita, pero la emoción que Eren debería haber sentido no estaba ahí, y eso que se había perdido una de ellas. Esta era diferente y no creía tener energías para fingir delante de ellos. Ellos lo sabrían.

Quizás los días de visita ya no serían igual. Por ello, Eren quiso negarse a recibirlos, pero los necesitaba, los necesitaba tanto.

Mientras lo dirigían por los pasillos a recibir a su familia, Eren podía sentir los estremecimientos, la sudoración en las palmas de las manos, el nerviosismo apretando sus pulmones y el picor en sus ojos. Era la primera vez que los vería desde aquello, desde... Eren ni siquiera quería pensarlo.

Se detuvo inconscientemente queriendo regresar, aún no se sentía listo, no estaba lo suficientemente preparado, no importaba cuanto empeño hizo en cubrir las marcas de sus muñecas o los recientes moretones que había recibido tratando de defenderse de los demás.

El guardia vio esto con malhumor—. ¿Vienes o no, niño? No estoy jugando, hay mucho trabajo, no puedo perder el tiempo—dijo molesto.

Eren tragó saliva, angustiado, nervioso, temeroso, había tanto para describirlo. Sin embargo, asintió, y siguió su camino sin palabras.

El guardia resopló, y siguieron. Después lo dejaron en la cabina, le ordenaron esperar y no pasaron ni los cinco minutos cuando los visitantes entraron.

Mikasa y Armin resaltaron prontamente entre la multitud y fueron de inmediato a sentarse frente a él.

No había palabras para explicar las emociones que Eren sintió al ver a Armin y Mikasa. Odiaba verlos a través del panel de plástico, pero podía verlos y eso le era suficiente. La simple presencia de ellos lo hizo olvidar su miedo anterior, o cualquier preocupación que tuviera, todo mal pensamiento fue remplazado por finalmente tenerlos ahí.

Chico Problema.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora