Capítulo 6

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Las cosas que no se saben son las que convierten la vida en algo fascinante.

Wislawa Szymborska.

—x—x—x—

Le habían amordazado con un trozo de sabana, pues lo que ellos tenían en mente no se pudo realizar. Eren no dejaba de tratar de morder y patalear, retorciéndose ferozmente y maldecir en cada oportunidad. Juli logró someterlo contra el suelo, porque la pared se le hacía incómoda y las camas demasiado pequeñas.

Fácilmente el hombre de gran tamaño hizo todo el trabajo, así que los otros tres no fueron requeridos y solo esperaban ansiosos su oportunidad.

Juli se tomó su tiempo dulce, pasando su mano libre por el torso de Eren; masajeándole el pecho, abdomen, todo lo que estuviera a su alcance.

Era aterrador, y a pesar de que estuviera vestido y que las caricias eran suaves, todo se sentía desagradablemente íntimo para Eren.

—mmm... ¿Qué es esto? —Juli encontró la llave, metió sus manos dentro del traje anaranjado y la dejó entre ver — ¿Una llave?

Eren se alarmó, temiendo que se la quitara. Juli la inspeccionó por un buen rato.

—Juli, deja de burlarte de él y date prisa. Nosotros también queremos seguir—uno de los hombres dijo, pero Eren no identificó quien, ya que seguía intentando desesperadamente salir de la situación y preocupado por su pertenencia.

—Denme un maldito segundo, hace tanto tiempo que no había tenido carne fresca—gruñó Juli. Dejó la llave a la vista, con el cordón en el cuello de Eren, por lo que Eren no se preocupó tanto por ella—. Te la dejaré sólo porque soy benevolente— el gigante sonrió y volvió a lo suyo. El hombre mayor estaba extasiado con el jovencito. Sabía que era mejor ir a la acción, pero las simples expresiones que realizaba el muchacho aun cuando no le había desprendido nada de ropa eran demasiado exquisitas para apresurar las cosas.

Eren estaba perdiendo la esperanza con cada toque que le era dado. Al principio creyó que sería una paliza o una burla como todas las demás, pero en muchas ocasiones los hombres que se habían acercado a él dejaban en claro que no precisamente querían darle una paliza o bromeaban, por lo menos no como él imaginaba. Estos hombres querían algo más y era serio, y a pesar de que se negó a creerlo, porque esas cosas no les suceden a los chicos, las acciones indicaban otra cosa. Dejando en claro las intenciones.

Sus lágrimas comenzaron a picar a través de sus ojos, y aunque se esforzaba por no dejarlas salir, los hombres no se lo hacían fácil. Se burlaron al percatarse de su estado. Entre el miedo y la ofensa, Eren hizo lo mejor que se le pudo ocurrir: Dejó que sus lágrimas fluyeran, detuvo toda lucha y comenzó a sollozar como nunca.

El comportamiento hizo que Juli dejara sus acciones, curioso del por qué la actitud salvaje del muchacho se había esfumado.

—Está llorando—Juli mencionó.

—Por supuesto que va a llorar, imbécil. No es el primero, siempre lo hacen, anda rápido que me toca—habló April, el de cabello alborotado, con urgencia. El trío sobrante se dedicaba a vigilar la puerta, esperando impacientemente que Juli se dignara a terminar con el chico.

Juli asintió, dispuesto a continuar con lo suyo. Ignoró al muchacho, simplemente ya no hizo tanto esfuerzo en sostenerlo. Cuando su mano iba bajando para llegar a los pantalones del niño, tuvo que detenerse al escuchar los murmullos entrecortados y distorsionados por la tela.

Juli suspiró y lo desató, percatándose que sus compañeros no se dieran cuenta. Tenía una gran debilidad por los jovencitos.

—Basta, seré bueno—pidió Eren, lloroso.

Chico Problema.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora